- Serdica (Bulgaria), 9 – Sep. – 215 ♣♠♥♦ Caenophrurium (Turquía), Sep. – 275
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La aventura secesionista del Imperio Romano emprendida por el Imperio Galo (Galia, Hispania, parte de Britania y parte de Germania) y el Reino de Palmira (Armenia, Mesopotamia, Siria y Egipto) acaudillados por Marco Latino Casiano Póstumo y Lucio Septimio Odenato respectivamente, con la entronización de los Emperadores Ilirios encabezados por Claudio II el Gótico, estaba llegando a su fin. Los ocho años (260-268) que Póstumo estuvo al frente del Imperio Galo, aprovechando la desidia del Emperador Galieno (253-268) y con cierto beneplácito por parte del Senado de Roma, este territorio adquirió fortaleza y renombre.
En 268 fue asesinado Póstumo y la andanza imperial del joven reino entró en una crisis hereditaria, más la económica que ya arrastraba. El Imperio Galo quedó en manos de dos usurpadores: Marco Aurelio Mario y Marco Piavón Victorino; el primero, herrero de profesión, fue asesinado por unos sicarios después de dos meses de reinado, y el segundo, envenenado por un pariente que se sentía ofendido por sus lujuriosas aficiones, asumiendo el trono, de forma efímera, Victorina (madre de Victorino). Mientras tanto, las provincias hispanas y Britania habían vuelto a estar bajo el control de Roma, limitando el Imperio Galo a la Galia y parte de Germania y trasladando la capital, de Colonia Agrippina a Tréveris (Augusta Treverorum).
En la zona oriental las cosas tampoco pintaban nada bien, a finales de 267 Lucio Septimio Odenato, el Orientis Imperator leal a Roma, moría asesinado, junto con su hijo, en extrañas circunstancias, asumiendo el poder la esposa de éste: Septimia Bath-Zebinah (Zenobia), bella y ambiciosa fémina que presumía de pertenecer al linaje de los “Tolomeos” egipcios, algo dudoso, y ansiaba emular a la legendaria Cleopatra; mujer culta amante de la filosofía y la literatura a la que gustaba platicar con los sabios de la corte, fiel seguidora de Platón y Homero. Al contrario que su marido, Septimio Odenato, leal al Imperio, ella se desvinculó de Roma creando un reino independiente. Mientras el Imperio Galo se desmoronaba víctima de sus propios errores, el Reino de Palmira se convertía en un potencial antagonista.
La principal apuesta del Emperador Claudio el Gótico (268-270) era, precisamente, recomponer el Imperio y obligar a la Reina Zenobia a deponer su aptitud independentista. En 269, cuando Claudio II preparaba la campaña de Oriente después de la victoria contra los godos en la Batalla de Naissus (Nisch -Serbia-), la muerte le sorprendió víctima de la peste, haciéndose con las riendas del Imperio el laureado General, Jefe de la Caballería, Lucio Domicio Aureliano.
Lucio Claudio Domicio Aureliano nació, probablemente, en Serdica (Sofía -Bulgaria-) el 9 de Septiembre de 215; otros escritos e historiadores emplazan su origen en Sirmium (Sremska Mitrovica -Serbia-) en Septiembre de 214. Murió, asesinado por soldados pretorianos, en Septiembre de 275 en Caenophrurium (Corlu -Turquía-), cuando disponía una nueva campaña contra los sasánidas (persas).
Prácticamente, igual que sucede con la mayoría de emperadores del siglo III, nada se sabe de la infancia y juventud de Aureliano. Por los pocos datos recopilados de diversos eruditos se da por zanjado que descendía de una humilde familia de granjeros afincados en la Panonia: {Aureliano era un joven guapo, alto, educado y afable; de rostro tranquilo, de firme voluntad y disciplinado; rápido y diestro con la espada, apodado “Ad Ferrum” (mano de hierro)}. Estuvo casado con Ulpia Severina, mujer procedente de la Dacia y que decía descender de los legendarios “Ulpios”, de Trajano, el Emperador que anexionó esta provincia al Imperio; los pocos conocimientos acerca de esta consorte han llegado a través de las monedas de la época: tuvo una hija con Aureliano, (de la que no sabemos ni el nombre) y fue la única mujer del Imperio que gobernó como Emperatriz, por derecho propio, durante el corto tiempo (interregnum) que transcurrió entre la muerte de su esposo y la sanción, por parte del Senado, del Emperador Marco Claudio Tácito.
El ascenso de Aureliano, debido a su modesto origen, fue todo a través de la milicia; para un provinciano plebeyo, sólo había dos opciones: seguir los pasos labriegos de sus progenitores o alistarse en el ejército. A mediados del siglo III, en época de Treboniano Galo y Emiliano, destacó por sus buenas dotes castrenses contra francos y sármatas; pero fue en tiempos de los Emperadores Valeriano y Galieno cuando el nombre de Aureliano era reverenciado a lo largo de todo el Imperio. El culmen de su gloria, ya como General Jefe de la Caballería, lo obtuvo en 268, en la Batalla de Naissus, la mayor victoria de los romanos contra los godos, y que en gran parte, fue gracias a la estrategia de la caballería comandada por Aureliano, aunque el triunfo y los honores fueron asumidos por, el entonces Emperador, Claudio II “el Gótico”.
En Enero de 270 moría Claudio II y el Senado otorgaba el manto púrpura a su hermano Marco Aurelio Quintilio; mientras, las legiones aclamaban Imperator a Aureliano. La situación militar de Quintilio era precaria, no tenía fuerzas suficientes, aun contando con el apoyo de la Curia, para enfrentarse a Aureliano, por lo que su reinado fue breve, tres meses, eligiendo el suicidio como muerte digna. Muerto Quintilio, el Senado reconoció a Lucio Domicio Aureliano como nuevo príncipe del Imperio: Septiembre de 270.
En la mente de Aureliano estaba conjuntar el vasto territorio anexionando el Imperio Galo y el Reino de Palmira; para ello, primero tenía que solventar el problema de los bárbaros que, nuevamente, habían cruzado el Danubio. En varias escaramuzas las legiones romanas liquidaron las acometidas de godos y vándalos, pero ante las continuas invasiones optó por un acuerdo cediendo la Dacia, región que había formado parte del Imperio desde la época del Emperador Trajano (170 años); provincia que nunca más volvería a pertenecer a Roma, aunque fue uno de los territorios más romanizados, de ahí su nombre actual: Romania.
También por Occidente surgieron problemas, un potente ejército de alamanes y marcomanos trataron de invadir Italia; después de varios choques, Aureliano les infligió una severa derrota cerca de Pavía (Batalla de Pavía) obligando a retroceder más allá de los Alpes a los expoliadores. En Roma cundió el pánico ante posibles futuras invasiones. Para evitar incursiones bárbaras, en 271, Aureliano ordenó la construcción de una muralla que rodeara la ciudad: La Muralla de Aureliano; edificación de, aproximadamente, 20 kilómetros de longitud de los que a día de hoy quedan visibles doce, la altura rondaría los 15 metros; no debió ser una obra de mucha calidad, un siglo después, en tiempos del Emperador Honorio, hubo de ser reparada.
Zanjado, en principio, el asunto con los pueblos germanos, en 272 Aureliano decidió resolver los problemas de la Galia y Palmira, empezando por esta última.
Al frente de un ejército de más de 100.000 soldados entre legionarios, caballería y aliados bárbaros, penetró Aureliano por Bitinia (provincia romana al Sur del Mar Negro); sin demasiado esfuerzo, venció a los palmiranos hasta llegar a Asia Menor, donde Zabdas, el jefe de las tropas de Zenobia, derrotó a la infantería de Aureliano, pero no a la caballería, que en un alarde de estrategia obligó a Zabdas a retirarse hasta Siria. La segunda y decisiva contienda fue La Batalla de Emesa (actual Homs -Siria-), refriega a campo abierto donde las legiones romanas, más preparadas y disciplinadas, obligaron a las tropas de Zenobia a refugiarse tras los muros de Palmira; ahí comenzó un asedio a la ciudad que supuso un gran desgaste para el ejército imperial y que sólo se desequilibró cuando la Reina intentó huir buscando el apoyo de los persas. La caballería romana dio alcance a la comitiva de Zenobia cerca del Éufrates, donde fue hecha prisionera; al saberlo, los sitiados de Palmira rindieron las armas. Aureliano se apropió del tesoro de la populosa metrópoli, pero no autorizó el saqueo, ni el pillaje; incluso, fue condescendiente permitiendo ciertos privilegios a los ciudadanos. Mientras la capital del reino caía en manos de Aureliano, Egipto, el granero del Imperio, era sometido por el General Marco Aurelio Probo: hombre que sería Emperador de Roma en un futuro cercano (276-282).
Una vez doblegado el Imperio de Palmira se erigió en Emesa un tribunal para juzgar a Zenobia y sus validos. Aureliano hizo ejecutar a parte de los ministros y miembros de la nobleza, pero a la Reina le fue perdonada la vida; el Emperador era un fiel admirador de Zenobia: por su fortaleza de carácter, por su cultura, por su belleza y por los servicios prestados a Roma, en su momento, contra los sasánidas. Aunque, también es probable, que tras el indulto hubiera tintes políticos, la ejecución de Zenobia habría creado un mito, una mártir, y eso, no le interesaba a Roma.
Aureliano regresó a Europa dejando guarniciones en Palmira y Edesa, y dando por sentado que la zona estaba pacificada, pero no fue así; viejos partidarios de Zenobia se sublevaron, quizá, con el apoyo de los persas: en Palmira, un pariente de Zenobia de nombre Antíoco? y en Egipto, un comerciante árabe llamado Firmo (o Fermo, no está muy claro). Tuvo que volver el Emperador desde Iliria, y esta vez, si se realizaron ejecuciones masivas, saqueando la capital del reino y haciendo prisionera a Zenobia y a su hijo que fueron llevados a Roma como rehenes. Desde Alejandría, capital de Egipto, Aureliano envió una misiva al Senado sobre sus triunfos en Oriente y comunicando su intención de marchar hacia la Galia para someter a Tétrico I, el usurpador del Imperio Galo.
La ocupación de la Galia (274), el caduco Imperio Galo, por parte de Aureliano, fue un tanto extraña. Parece ser, que Tétrico, antes de la llegada del Emperador ya había pactado una rendición para salvaguardar su vida, junto con la de su hijo (Tétrico II, al que había nombrado César), y sus privilegios; otros escritos apuntan que fue durante el transcurso de la Batalla de Châlons (Marzo de 274), cuando Tétrico se pasó al bando de Aureliano. La caída del Imperio Galo, después de 24 años (260-274) de andanza, no supuso un esfuerzo excesivo para las legiones romanas.
A finales de 274, Aureliano entró victorioso en Roma como el “Restitutor Orbis” (restaurador del mundo) exhibiendo, a modo de trofeos, a la Reina Zenobia de Palmira y al Emperador Tétrico; ella, encadenada y engalanada con sus mejores joyas, y él, con una túnica de estilo gálico, un tratamiento humillante. Pasadas las celebraciones, la Reina Zenobia fue confinada en una villa de Tibur (actual Tívoli -La Lacio-), donde pasó el resto de sus días; a Cayo Pio Esuvio Tétrico, le fue devuelta su categoría senatorial, llegando a ocupar importantes cargos en la administración y ser Gobernador de Italia.
Concluida la reconquista del Imperio parecía que Roma iba a entrar en un período de relativa tranquilidad. Por el Norte (275), los bárbaros, francos y alamanes, cruzaron el Rin llegando hasta el centro de la Galia; con ayuda del General Probo, victorioso en Egipto, los invasores fueron rechazados. Para mantener a raya a los usurpadores, Aureliano, mandó fortificar la ciudad de Cénabo, localidad que pasó a denominarse Civitas Aurelianorum (Orleans) en honor al Emperador.
El propósito de Aureliano era desmontar para siempre el poderoso ejército persa; por ello, desde la Galia pasó a Iliria para preparar la campaña de Oriente y eliminar, de una vez por todas, las intromisiones sasánidas en las provincias que habían formado el desaparecido Reino de Palmira. En Corlu (Turquía), estableció su base de operaciones donde fue la víctima de una conjuración protagonizada por su secretario personal y oficiales de la Guardia Pretoriana, individuos corruptos implicados en malversación de fondos públicos que temían ser descubiertos, delito que estaba penado con la muerte. Aureliano fue asesinado en Septiembre de 275, dejando, después de 24 años, un Imperio unificado; posiblemente, el mejor Emperador, junto con Alejandro Severo, de Roma del siglo III.
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© TruttaFario___El Arenal, XVIII – III – MMXIII
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Fuentes:
Indro Montanelli, Theodor Mommsen, Isaac Asimov, Edward Gibbon.
Muy interesante Migue, me sigue gustando mucho los mapas, me ayudan a ubicarme cuando estoy leyendo.
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Muy interesante. Ya lo echaba de menos
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super interesante como siempre. Gracias Miguel
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Se nota que te lo has currao bien!!! estoy con mayte ahora y antiguamente levantas una piedra y salen corruptos por todos los lados….
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Cuánto tiempo sin deleitarnos con tu gran trabajo de difusión de la Historia de Roma!
Buen mperador este Aureliano,lástima que los corruptos ( qué prolíficos estos corruptos) acabaran con él!!!
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