• Terracina, 24 – Diciembre – 3 a. C.  ♦♦♦♦  Roma, 15 – Enero – 69.

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  En Marzo de 68, Cayo Julio Vindex, gobernador de Galia Lugdunense, con el apoyo de parte de las legiones de Galia Aquitania y las suyas propias reunió un ejército de cerca de 100.000 hombres; aquí comenzó la revuelta para eliminar al tirano Nerón y restablecer la tradición republicana, esa era, al menos, la consigna de los sublevados: “lealtad al Pueblo y al Senado”. En Roma no lo tenían tan claro, la Guardia Pretoriana bajo el mando de Tigelino era, interesadamente, leal al Emperador. Nerón no lo tenía todo perdido; para someter a los rebeldes “galos”, sabiendo que contaba con los pretorianos, envió a su encuentro al General de las tropas del Rin, hombre fiel al Imperio: Lucio Verginio Rufo. El Gobernador de Germania Superior, Rufo, con menos de 50.000, más bregados por las continuas batallas con los norteños, les infligió con una humillante derrota; ante tal vergüenza, Vindex se suicidó. Mientras en Hispania, las legiones proclamaban Emperador al Gobernador de la Tarraconense: Servio Sulpicio Galba, que contaba con el apoyo del General Marco Salvio Otón, Gobernador de Lusitania. Roma estaba inmersa en una cruenta Guerra Civil.

Servius Sulpicius Galba.

 Servio Sulpicio Galba nació en Terracina, ciudad costera de la Lacio, 130 km. al Sur de Roma, el 24 de Diciembre del año 3 a.C. y murió, asesinado, en Roma el 15 de Enero de 69.
Descendía, Galba, de una tradicional familia de políticos; su abuelo fue Cónsul, su padre fue Cónsul y él, siguió la usanza militar y administrativa de la estirpe. La carrera castrense y política de Galba fue portentosa, llegando a ocupar importantes cargos durante los reinados de la dinastía Julio-Claudia: fue Gobernador en Galia Aquitania y en Germania Superior, Procónsul en África y, por último, ya con 62 años, Nerón le asignó el gobierno de la Tarraconense, la provincia más importante del Imperio; esto, sería un premio por su excelente trayectoria, o quizá, porque Nerón pensó que con su avanzada edad, Galba, ya no tendría malas tentaciones. Nerón, como buen tirano, desconfiaba de los hombres que gozaban de gran popularidad en el ejército.

 El desastre militar de Julio Vindex en la Galia no estaba en los planes de los sublevados, y mucho menos, en la cabeza del veterano Galba, el llamado a suceder a Nerón al frente del Imperio; tal fue la aflicción cuando se enteró de la vergonzosa derrota de su colega, que pensó en suicidarse. Algunos comandantes de sus legiones falsearon una misiva haciéndole creer que Nerón había ordenado su ejecución por estar implicado en la sedición organizada por Julio Vindex. Esta noticia cambió de forma drástica la actitud de Galba asumiendo el encargo que las legiones le estaban reclamando: marchar a Roma y ser proclamado Emperador por el Senado.
A priori, Galba, contaba con los apoyos del Gobernador de Lusitania (Salvio Otón), el Cuestor de Baética (Aulo Cecina) y el Gobernador de Germania Inferior (Aulo Vitelio). Sólo faltaba por definirse a Verginio Rufo -(Gobernador de Germania Superior y vencedor de Julio Vindex)-, General, que tras su triunfo, había sido aclamado Emperador por sus soldados hasta en tres ocasiones; honor que desestimó, allanando el camino a Galba. Puede decirse que Galba contaba con el respaldo de todas las provincias “europeas”; pero esto no iba a ser un apoyo gratuito, como se vería en breve espacio de tiempo.
El último escollo para Galba y entrar en Roma sin derramamiento de sangre era la Guardia Pretoriana; pero el decano militar sabía que estos soldados de élite, aun siendo los más disciplinados y mejor preparados, estaban acostumbrados a unos privilegios por encima de cualquier legionario. Los Prefectos Sabino y Tigelino fueron sobornados con la promesa de recibir una espléndida gratificación, ellos y todos los pretorianos, cuando Galba entrara en Roma.

Hispania: Tarraconense, Lusitania, Bética.

El 8 de Junio de 68, el Senado declaraba enemigo público a Nerón (que se hizo suicidar por su secretario al día siguiente) y nombraba Emperador al septuagenario Servio Sulpicio Galba.

  La llegada a Roma de Galba no supuso una estabilidad para el Imperio, las aguas estaban demasiado revueltas entre las legiones. El anciano Emperador, un hombre introvertido, avaro y enfermo de gota, no era una esperanza duradera; el General Otón y el prefecto del pretorio Sabino que lo habían apoyado, ansiaban ser adoptados cuanto antes, la lucha por el poder continuaba.

  Los últimos años de Nerón habían dejado el erario público por los suelos; Galba, haciendo honor a su tacañería, implantó una excesiva política de austeridad: los primeros afectados fueron los ejércitos del Rhin que se sintieron decepcionados por considerarse los salvadores de la República, ellos habían luchado por el Pueblo y el Senado, no por Galba. El gran problema surgió cuando denegó la prometida paga a los pretorianos: Nimfidio Sabino, que aspiraba a la entronización, se había convertido en enemigo del añejo Emperador. Galba hizo un nuevo intento por ganarse el favor del Senado, adoptó para la sucesión a Calpurnio Pisón Liciniano, hombre del agrado de la Curia; pero con la contrariedad de Sabino, que se sintió humillado, todo estaba perdido.

  El Gobernador de Lusitania, Salvio Otón, el más leal de los seguidores de Galba, también se había visto marginado por la última decisión del Emperador, por ello, pactó con la Guardia Pretoriana la eliminación de Servio Sulpicio Galba; mientras en Germania, Vitelio se hacía proclamar Emperador por sus legiones.

 El 15 de Enero de 69, Galba y su discípulo Pisón, huyeron para refugiarse. El delfín pudo escabullirse, pero Galba, fue interceptado y degollado en el foro por los pretorianos; su cuerpo fue cruelmente descuartizado y paseado por Roma; tres días después era ejecutado Pisón. Con la presión de la Guardia Pretoriana el Senado aceptaba  a Otón como nuevo Emperador, tampoco tenían otra opción.

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  ©TruttaFario……………….COMPLVTVM, XXII – I – MMXII
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Fuentes:
Francesco Bertolini, Indro Montanelli, Isaac Asimov.
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