OCTAVIO AUGUSTO, Cayo Julio César Octaviano ——————————————– (Enero-27 a.C.* Agosto-14 d.C.)

  •   Roma 23-Septiembre-63 a.C.   ♠♠♠♠   Nola 19-Agosto-14 d.C.

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  Hablar de la Roma Imperial, es hablar de Octavio Augusto, el primer Emperador, el hombre que cambió los últimos años de Dictadura por un Imperio Republicano devolviendo el poder al Senado. Fue la época de la pacificación de las provincias (Pax Romana, Pax Augusta), con una nueva organización militar y administrativa; fueron los tiempos de mayor florecimiento cultural de toda la Historia de Roma, la edad de oro de la literatura y la filosofía, a saber: Publio Virgilio Marón (La Eneida, Las Geórgicas), Quinto Horacio Flaco (Sátiras), Publio Ovidio Nasón (La Metamorfosis) y el prosista e historiador Tito Livio, gracias al cual se tienen importantes conocimientos de la vida, costumbres y personajes romanos de aquel entonces.

— Gaius Julius Caesar Octavianus —, «OCTAVIO AUGUSTO»

   Octavio Augusto nació en Roma el 23 de Septiembre del año 63 a.C. (nombre de nacimiento, Cayo Octavio Turino) y murió en Nola (cerca de Nápoles) a 250 km. de Roma, el 19 de Agosto del año 14 d.C. (76 años). Era el único hijo varón de Cayo Octavio Turino, un plebeyo rico que fue militar, senador, y gobernador de Macedonia; su madre, Atia Balba Cesonia, sobrina del legendario General Cayo Julio César, por lo tanto, Octavio era sobrino-nieto del Dictador. El padre de Octavio murió cuando este sólo tenía cuatro años; su madre, Cesonia, volvió a casarse con el que fuera Gobernador de Siria, Lucio Marcio Filipo, haciéndose cargo de la crianza su abuela materna Julia, la hermana de Julio César. La inteligencia y la preparación del joven Octavio eran extraordinarias: cuando murió su abuela Julia, él mismo, con 12 años, se ocupó del discurso de despedida en las exequias. Desde el fallecimiento de su abuela la formación cultural, militar y política fue compartida por su madre Cesonia, su padrastro Filipo (un férreo militar) y su tío-abuelo Julio César. En el 45 a.C., Julio César lo llevó consigo a la guerra de Hispania otorgándole poderes tribunicios; y fue aquí, donde César se percató de las enormes cualidades de Octavio: un muchacho menudo y aparentemente débil, seguramente asmático, pero con un cerebro fuera de lo común, era frío y calculador; cualquier decisión por simple que pareciera, la meditaba con cautela, no quería margen para el error.

Cayo JULIO CESAR, Dictador de la República Romana

   Cayo Julio César adoptó a Octavio a finales del 45 a.C. Con este apadrinamiento, no solo heredaba el nombre, sino también la hacienda y la fortuna de César; teniendo en cuenta que Octavio ya venía de una rica familia, el legado económico de César lo convertía en uno de los hombres más ricos de Roma. Desde ese momento cambió su nombre biológico y paterno, Cayo Octavio Turino, por el adoptivo de su tío-abuelo: Cayo Julio César Octavio.

   En Marzo del año 44 a.C., se encontraba Octavio Augusto en Apolonia de Lliria (Albania) realizando estudios del griego y algún tipo de adiestramiento militar, quizá preparándose para marchar con su tío a la proyectada campaña de Oriente, cuando recibió la noticia del asesinato de Julio César. Partió, Octavio, inmediatamente a Roma para hacerse cargo de su herencia económica y política; con la inesperada muerte del Dictador se producía un vacío de poder y Octavio no estaba dispuesto a perder sus derechos. En principio, el mejor colocado era Marco Antonio; nuevamente Roma estaba al borde de la guerra civil.

– MARCO ANTONIO Crético – «Triunviro»

  Cuando Octavio llegó a Roma encontró que el capital heredado de su tío-abuelo había sido usurpado por Marco Antonio; era éste un ambicioso General del círculo de Julio César que había pactado una amnistía con sus asesinos, los “salvadores” de la República: Marco Junio Bruto y Cayo Casio Longino y contaba con el apoyo de parte del Senado más conservador para hacerse con el poder y continuar con la Dictadura. Octavio no se lo iba a poner fácil, derrochó gran parte de la herencia de su padre en donaciones populares y de esta forma ganarse el favor de la plebe. También contó con el apoyo del rico y altruista Cayo Cilnio Mecenas, hombre que, a la postre, sufragaría gran parte de los gastos del ejército que Octavio necesitaba. Mientras la popularidad de Marco decaía, la del joven Octavio prosperaba.

    A finales del 44 a.C., Marco Antonio se desplazó a la Galia Cisalpina para arrebatarle el gobierno de dicha provincia al ejecutor de César, Bruto; el Senado consideró esto un insulto y Marco fue declarado enemigo público. Para su aniquilación enviaron a Octavio (tenía entonces 19 años) al mando de su propio ejército con el apoyo del Senado de Roma. Marco Antonio fue derrotado en la Batalla de Módena y obligado a reagruparse en la Galia Narbonense, buscando el respaldo del tercero en discordia: Marco Emilio Lépido.

— Marco Emilio LÉPIDO — «Triunviro»

   Llegado Marco Antonio a la Galia Narbonense buscó la alianza de Lépido, Gobernador de la Provincia; unidas ambas fuerzas se adentraron en Italia para derrotar a Octavio, éste les salió al encuentro y cerca de Bolonia se vieron frente a frente, nuevamente Octavio volvió a vencer, pero esta vez no con las armas, sino con la cabeza: les propuso un acuerdo (Pacto de Bolonia) para repartirse el Imperio, una Dictadura Militar a tres bandas, había nacido el Segundo Triunvirato. Este convenio quedó plasmado en Roma a últimos del año 43 a.C. con la “Lex Titia”, una forma de legalizar el Triunvirato, la Dictadura, por periodos de cinco años; la clásica República Romana había dejado de existir. La primera misión fue la de eliminar a los asesinos y conspiradores de César y hacer limpieza senatorial, (es lo que tienen las dictaduras); a continuación, reparto de los territorios: La Galia Cisalpina y Oriente para Marco Antonio, La Galia Narbonense y las dos provincias Hispanas (Ulterior y Citerior) para Lépido, África, Numidia, Sicilia y Cerdeña, para Octavio.

   La personalidad de Octavio y el dinero de Mecenas, dieron buena cuenta de las legiones del Triunviro Lépido. La idea de Lépido era quedarse con Sicilia donde se le habían rendido las ocho legiones de Sexto Pompeyo Magno, el último republicano. Allí se presentó Octavio y fácilmente se atrajo a la tropa, previo algún soborno, acusando a Lépido de traición; al Triunviro le fue perdonada la vida, pero quedó relegado sin poder político ni militar conservando el título de Pontífice Máximo. En el 35 a.C. el Triunvirato había finalizado dando paso al Duunvirato: Octavio y Marco Antonio.

   Depuesto Lépido, Octavio (30 años) se convirtió en el hombre más poderoso del mundo, con 45 legiones bajo su mando se presentó a la puertas de Roma prometiendo paz, prosperidad y lealtad al Senado; su popularidad se hallaba en la cima, mientras que la de Marco Antonio, que andaba por Alejandría cortejando a Cleopatra, cada vez se veía más deteriorada: la guerra civil estaba servida; una contienda entre Oriente y Occidente.

— Cleopatra VII — (Viviene Leigh 1945)

   Mientras Octavio se dedicaba a reorganizar Occidente, Marco Antonio había establecido su base de operaciones en Oriente, en Alejandría, más pendiente de Cleopatra que de las revueltas de los partos y sus incursiones en Armenia. Marco se había casado con Octavia Turina Menor, hermana de Octavio, pero eso no fue obstáculo para caer rendido a los encantos de la última reina de Egipto, Cleopatra VII, con la que se unió en matrimonio sin haber repudiado a su esposa Octavia. En realidad no se sabe gran cosa del atractivo de Cleopatra, pero debió ser una mujer con un poder seductivo impresionante; dos de los hombres más poderosos de la época fueron manipulados como peleles cayendo rendidos a sus pies: Julio César  y, después, Marco Antonio.

  El gran error de Marco Antonio, fue el pensar que con sus legiones y los soldados egipcios podía enfrentarse al todopoderoso ejército de Octavio que contaba con el mejor General del momento, Marco Vipsanio Agripa. La última gran contienda de esta guerra civil se produjo en el Adriático, en el Golfo de Ambracia: La Batalla de Actium (2 de Septiembre de 31 a.C.). Por un lado Marco Antonio y en la retaguardia, Cleopatra; por otro Octavio y al mando de la flota, Agripa. La victoria de Agripa fue total, destrozando más de 300 barcos, de los 500 que llevaba el enemigo. Los hombres de Cleopatra ni siquiera entraron en la lid, se retiraron a Alejandría con los supervivientes, entre ellos Marco. Octavio no estaba dispuesto a dejar pasar la ocasión y se propuso zanjar de una vez por todas el conflicto: en Julio del año 30 a.C. Octavio y el General Agripa invadieron Egipto, los pocos soldados de Marco Antonio desertaron y viéndose avergonzado el Triunviro se suicidó. Cleopatra intentó seducir a Octavio, éste no sucumbió a los encantos y coqueteos, ante tal fracaso la Reina de Egipto se hizo morder por una serpiente áspid, una muerte ritual para la clase noble. Octavio ordenó que fueran enterrados juntos.

Senatvs Popvlvsque Romanvs

   Durante un año, Octavio, se quedó en Alejandría debatiendo con Agripa y Mecenas, ¿Monarquía o República? La Monarquía estaba muy mal vista por el pueblo y el Senado, abolida desde el 509 a.C. cuando Tarquino el Soberbio fue expulsado de Roma. La República Senatorial había funcionado bien mientras Roma era un Estado pequeño, pero muy a menudo los senadores eran ya hombres corruptos que saqueaban las arcas de las provincias sin ningún tipo de escrúpulos. La gran tarea de Octavio fue consolidar una forma de Estado respetando la tradición republicana y con la supremacía de un solo hombre, un príncipe no hereditario, adoptivo: el Imperio Republicano.

  A principios del año 27 a.C. se presentó Octavio en el Senado poniendo su cargo a disposición de la curia, todo era una estrategia, ya había finalizado su consulado y los Pater Conscriptis debían decidir; él sabía positivamente que era el hombre más poderoso de Roma: tenía el apoyo del pueblo, de las clases medias, el respaldo económico de los más ricos y sobre todo, la lealtad del ejército y sus oficiales. El Senado, después de dos guerras civiles, no iba a permitir nuevos conflictos internos: le fue entregado el título honorífico de “Augusto” (excelencia, majestuoso, solemne), el de “Imperator” (comandante en jefe de todas las legiones) y el cargo vitalicio de Procónsul; en principio, aceptó este nombramiento por 10 años aunque luego permaneció en el poder hasta su muerte en el año 14 d.C.

Octavio Cesar Augusto: Imperator

  Octavio Augusto tenía en sus manos el poder absoluto, pero algo aprendió de su tío-abuelo Cesar: no caer en la trampa de la dictadura, ni por supuesto, de la tiranía. Para ello, lo primero era reformar el Senado y darle las atribuciones que le correspondían: gobernar y legislar Roma; él, como Emperador, se ocuparía de las provincias y del ejército. En aquel entonces los senadores eran 900, en su mayoría gente rica, acomodada y algunos, indignos; Octavio, redujo esta cifra a 600 y destituyó un gran numero poniendo en su lugar personas más comprometidas, e incluso, algunos emprendedores y hombres de negocios, equites (caballeros): individuos que no tenían rango senatorial, pero sí la suficiente riqueza y preparación cultural como para llevar las riendas del Estado. Muchos de estos equites, ocuparon puestos de relevancia: ediles, cuestores, pretores, todo lo relacionado con la Administración; de esta forma, Octavio, se había ganado la lealtad de las clases medias, la más importante de la capital del Imperio.

 Para asegurarse la fidelidad del ejército, Octavio Augusto creó La Guardia Pretoriana, 4.500 soldados de élite distribuidos estratégicamente por Italia leales al Emperador, con la misión de proteger al Cesar y a su familia; de estos, un tercio actuaban como su guardia personal, los únicos hombres armados que podían entrar en Roma. Este cuerpo militar le funcionó muy bien a Octavio, pero en el futuro no siempre fue así, y es que, para manejar a estos legionarios privilegiados y mejor pagados, había que tener mucho temple y rectitud.

Hispania en tiempos de Julio Cesar

  Resuelto el tema militar interno, la otra gran misión de Octavio Augusto fue el organizar política y administrativamente el Imperio. Con la derrota de Cleopatra VII, Egipto se convirtió en provincia y granero de Roma, las riberas del Nilo eran el terreno más fértil del mundo conocido: trigo, cebada, avena y todo tipo de legumbres y frutas; Roma tenía garantizado el suministro de cereal, base de la alimentación.

La Galia en época de Octavio.

La primera reforma comarcal realizada por Octavio tuvo lugar en la Galia, que fue dividida en cuatro provincias: Narbonensis (capital Narbo Martius -Narbona-), Lugdinensis (capital Lugdunum -Lyon-), Aquitania (capital Bordigala -Bordeaux-) y Gallia Bélgica (capital Durocartorum -Reims-). En Hispania el asunto era algo más complejo, antes de distribuirla en nuevos departamentos, había que apaciguarla; hasta los años de Julio Cesar estaba fragmentada en dos grandes zonas costeras, la Ulterior y la Citerior, pero el interior era del dominio de las tribus locales: lusitanos, celtíberos y, sobre todo los norteños, cántabros, astures y vaceos. Tuvo, Octavio, que emplearse a fondo para someter a los hispanos, después de varias tentativas y algunas derrotas, consiguió pacificar y dominar la Península.

Hispania con Octavio Augusto

  Fundó nuevas ciudades que en realidad eran colonias militares: Bracara Augusta -Braga-, Emérita Augusta -Mérida-, Asturica Augusta -Astorga-, Lucus Augusta -Lugo-. Una vez mitigadas las disputas internas en la Península Ibérica, se elaboró una nueva parcelación territorial: Tarraconensis, capital Tarraco -Tarragona-; ciudad que fue la capital política del Imperio los tres años que Octavio permaneció en Hispania, provincia que abarcaba las actuales Cataluña, Cantabria, Asturias, Galicia, País Vasco, Valencia, Murcia, Madrid, parte de Castilla-León y Castilla-La Mancha. Lusitania, capital Emérita Augusta -Mérida-: Portugal, Extremadura y parte de Castilla-León y Castilla-La Mancha. Baética, capital Corduba – Córdoba-: Andalucía y algo de Badajoz y Portugal.

   Solventado el problema hispano-galo, Octavio regresó a Roma y un año después viajó a Oriente; la primera visita fue para Judea donde reinaba Herodes el Grande, un tirano que no veía con malos ojos la protección de Roma y que también interesaba a Octavio en la guerra contra los partos. En realidad, Herodes, era un Rey títere; en Jerusalén tenía Roma sus legionarios: Herodes manejaba el poder político-religioso y Octavio el militar. En su recorrido oriental zanjó de manera respetable la contienda con los partos, algo que Marco Antonio había dejado a medio hacer.

   De vuelta a Roma, Octavio se presentó ante el Senado, ya se habían cumplido los 10 años de mandato como Procónsul; sin demora, los senadores le dieron el cargo de Dictador y Censor Vitalicio -hay que resaltar que la palabra Dictador no tenía la misma connotación que tiene en nuestros días. Dictador: poder extraordinario que se le otorgaba a un Cónsul en tiempos difíciles, siempre sancionado por el Senado-.

Marco Vipsiano AGRIPA

   El último obstáculo lo tenía Octavio en el Norte, empezando por los Alpes. Hasta allí desplazó a sus dos hijastros, los hijos de su tercera esposa: Nerón Claudio Druso y Tiberio Claudio Nerón, dos excelentes militares que se hicieron con la región de las actuales Suiza, Baviera y Austria; despejando el camino hacia el Danubio, la conquista de Germania. Esta empresa le fue encomendada al mejor de sus generales, el veterano Agripa; inesperadamente murió el General, haciéndose cargo de la empresa Tiberio en Panonia y Druso en Germania. Ambos cumplieron con su cometido, aunque la fatalidad quiso que el joven Druso muriera en un accidente ecuestre; Octavio lloró la muerte del adoptivo llamado a sucederle. Las guerras del Norte fueron la última tarea militar de Octavio, el Imperio ya estaba perfilado.

  Octavio Augusto, indirectamente, había implantado un nuevo sistema de Estado: el Imperio Liberal, ahora la cuestión era buscar un sistema sucesorio, no hereditario; esto no quería decir que el hijo de un Emperador, llegada la coyuntura, ocupara el “trono”. Esta situación se dio en contadas ocasiones en toda la historia imperial. Las instituciones republicanas tenían que seguir su curso aunque hubieran perdido parte del control en las legiones y el gobierno provincial, para el Senado y el Pueblo hablar de monarquía, era hablar de absolutismo, por ende, de tiranía. Bien es cierto, que a lo largo de los años hubo Emperadores déspotas, pero estos tuvieron todos un final trágico.

Livia Drusila Julia, tercera esposa de Octavio.

  En su luenga vida, Octavio tuvo tres consortes: Clodia Pulcra, una adolescente hijastra de Marco Antonio a la que nunca quiso, un matrimonio de conveniencia que ni tan siquiera fue consumado. Escribonia, mujer con la que se unió después de obligarla a divorciarse de su segundo marido, el Cónsul Escipión Salvito; casorio que duró dos años y del que nació su única hija: Julia la Mayor. Livia Drusila, la compañera que estuvo con el Emperador durante todo su reinado: hija de Marco Livio Druso, un republicano que fue Senador, Cónsul y Censor. Livia, con 15 años había sido casada con su tío Tiberio Claudio con el que tuvo dos hijos, Tiberio y Druso. Aún estaba embarazada de la segunda criatura cuando Octavio indujo a su cónyuge, Tiberio Claudio, para que se la entregara; previamente él había repudiado  a su segunda mujer, Escribonia. Este nuevo enlace entre Octavio y Livia, dio origen a la estirpe que gobernaría Roma durante 95 años: la dinastía Julio-Claudia.

   El primer hombre elegido para la sucesión fue su sobrino Marco Claudio Marcelo, hijo de su hermana Octavia, a quien entregó por esposa a su única hija Julia; pero el joven Marcelo murió con tan solo 19 años, posiblemente envenenado por orden de Livia Drusila, tenía la tercera esposa de Octavio mucho interés en colocar a sus hijos en la herencia imperial. La segunda elección recayó en su amigo el General Marco Vipsiano Agripa, persona querida por el Pueblo y respetada por el ejército y el Senado; Agripa se casó con la hija de Octavio, la viuda Julia. Durante la campaña del Norte, Agripa, enfermó gravemente; regresó a Roma y poco después murió con 51 años dejando una viuda de 27 años y cinco hijos. La tercera alternativa fue la del segundo hijo de su esposa Drusila, Nerón Claudio Druso; un muchacho al que Octavio adoraba, pero también la fatalidad quiso que éste muriera al caerse de un caballo, tenía 47 años. Parecía como si todo hubiera estado orquestado por Livia Drusila; la última y definitiva opción hecha por Octavio fue la de Tiberio Claudio Nerón, el hijo mayor de Drusila. Tiberio regiría los destinos del Imperio durante 23 años, pasando a la historia como uno de los “malos”.

  En nuestros días no podríamos entender el mundo occidental sin la cultura romana, de una u otra forma toda la legislación y sistemas políticos vigentes están basados en su aportación. Cayo Julio César Octavio Augusto puso las bases de una nueva manera de entender el Estado y la política, profesionalizó el ejército, solo existía un sistema de reclutamiento forzoso en caso de extrema gravedad, instauró un sistema de recaudación de impuestos proporcional a la riqueza de las provincias y se impuso un gravamen especial a las clases acomodadas, basado en los beneficios; se crearon los primeros cuerpos policiales, de bomberos y un servicio de correos.

   Octavio Augusto murió el 19 de Agosto del año 14 en Nola, una ciudad de la Campania en la provincia de Nápoles, mientras visitaba la tumba de su padre, acompañado de su esposa Drusila y el sucesor al trono, Tiberio.

  • «Acta est fabula, plaudite!» (La comedia ha terminado, aplaudid!»)- O.Augusto

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 ©TruttaFario...COMPLVTVM,  XXXI – X – MMXI
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Fuentes:
Edward Gibbon, Francesco Bertolini, Isaac Asimov, Theodor Mommsen.
Robert Graves, Ernst Bicker.
Derecho Romano.