DIOCLECIANO, Cayo Aurelio Valerio Diocleciano Augusto – – – – – – – – – – – – (Noviembre – 284 * Mayo – 305)

  • Salona (Croacia), 22/Diciembre/244  ♥♥♥♥  Split (Croacia), 3/Diciembre/311.

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“Del mismo modo que el período de Diocleciano fue más ilustre que el de cualquiera de sus predecesores, su nacimiento fue el más oscuro y miserable… Los oráculos favorables o, con mayor seguridad, la conciencia de un mérito superior empujaron a Diocles a alistarse en el ejército…” – (Edward Gibbon).

 “Y hétenos aquí a Diocleciano, el último verdadero Emperador romano… Había comprendido finalmente que al trono no se llegaba a través de la carrera militar, sino a través de los pasillos de palacio. Pero también había comprendido que, una vez coronado, y para no tener el final de otros emperadores, no debía quedarse en palacio…” – (Indro Montanelli).

 “Hecho característico de la Historia del Imperio Romano en esta época de su decadencia es la facilidad con que subían al principado hombres de humildísima condición, sin otro título que el de la profesión militar… El hijo del esclavo o del colono no llega al Imperio por su origen; llega como soldado, como General, porque sólo de estos es el Imperio.” – (Francisco Bertolini).

“El hombre del momento era Diocles (Diocleciano)… En el momento de la muerte de Caro tenía casi 40 años y se había elevado del rango de soldado raso a jefe de la guardia imperial” – (Isaac Asimov).

  Aunque con ciertos matices, la mayoría de cronistas de la Historia de Roma coinciden en que la proclamación de Diocleciano dio un vuelco en la forma de entender el gobierno del Imperio Romano. Cierto es que, al igual que  los antecesores “Emperadores Ilirios“, él también provenía de la región de los Balcanes y toda su progresión había sido a través de la milicia, pero a diferencia de sus precursores que se habían olvidado, casi por completo, de los asuntos administrativos, Diocleciano supo compaginar los temas militares y civiles delegando competencias y reestructurando la división provincial del Imperio, dándole una identidad más federalista, y a su vez, manteniendo la unidad del vasto reino: La Tetrarquía. Salvando las distancias, una reforma territorial semejante a la emprendida por Octavio Augusto al finalizar la República Romana trescientos años antes.

Gaius Aurelius Valerius Diocletianus

Gaius Aurelius Valerius Diocletianus

  Cayo Aurelio Valerio Diocleciano nació el 22 de Diciembre de 244 en Salona (Solin – Croacia -) y falleció, de muerte natural, en Spalato (Split – Croacia -) el 3 de Diciembre de 311.

  Descendía, Diocleciano, de una humilde familia de campesinos de origen griego afincados en la provincia romana de Dalmacia; es posible que su nombre, Valerio Diocles o Diocletes, antes de su ascenso al trono, se deba al lugar de procedencia de sus padres: Dioclea (Duklja -Montenegro-), 300 kilómetros al Este de Salona.

  Sin haber datos contrastados, es probable que ya en época del emperador Aureliano (270-275), con 30 años, participara en la contienda de la Galia contra los secesionistas del Imperio Galo al mando de alguna legión. Fue Gobernador de Moesia en tiempos de Probo, y Cónsul en 282 durante el reinado de Caro. Cuando Numeriano fue investido Emperador en Oriente por los pretorianos, Diocles ya era Comandante de la Guardia Imperial: el mayor cargo militar después del Imperator.

  Tras la sospechosa muerte de Numeriano, en Noviembre de 284, fue aclamado Emperador por las legiones de Asia Menor estableciendo la capital del Imperio de Oriente en Nicomedia, actual Izmit -Turquía-, y compartiendo el principado con Carino; pero esta dualidad iba a durar poco. Como muestra de lealtad al difunto Emperador Numeriano, Diocleciano ejecutó con su propia espada (dice la leyenda) al presunto asesino del mismo: al jefe de los pretorianos Arrio Aper; de esta forma se ganaba la confianza de las tropas que habían luchado contra los persas, y es que el joven Numeriano era muy apreciado por sus soldados.

El siguiente escollo a lidiar por Diocleciano fue con el ominoso Carino, el co-Emperador de Occidente. Las legiones de Occidente eran superiores y mejor preparadas; por ello, los primeros envites estuvieron del lado de Carino, pero era este Príncipe un déspota, y la fidelidad a los tiranos siempre es incierta. Dice algún mito que durante la decisiva Batalla del Río Margus un Tribuno, al que Carino había humillado después de seducir a su esposa, apuñaló al Emperador quitándole la vida; muerto el Príncipe, las tropas de Occidente se pusieron del lado de Diocleciano. Cayo Aurelio Valerio Diocleciano fue hábil y magnánimo con los derrotados: mantuvo en su puesto a oficiales, funcionarios, y al propio Prefecto de la Guardia Pretoriana de Occidente, Claudio Aurelio Aristóbulo. Diocleciano fue vitoreado como único Emperador de Roma.
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  Diocleciano consideró que la capital del Imperio, Roma, estaba demasiado alejada de las zonas conflictivas; después de todo, la urbe que había sido el centro neurálgico durante cientos de años ya no tenía la pujanza de épocas pasadas: el Senado, desde principios del siglo III,  era una institución meramente figurativa, un centro social donde se debatían las cuestiones del Imperio, pero no se tomaban decisiones; aun así, Roma seguía siendo el núcleo cultural y de esparcimiento del mundo conocido. El Imperio Republicano había dado paso a un Imperio Monárquico, un sistema absolutista; Diocleciano, para sí, apartó el término “princeps” (primer ciudadano) e introdujo el de “dominus” (señor). Una audiencia con el Emperador era todo un ritual, de rodillas y alejados del trono.

  Desde Nicomedia, en Asia Menor, donde Diocleciano fijó su residencia, el control de Oriente era más práctico; los eventuales ataques de los godos y las previsibles campañas contra los persas, se manejaban mejor desde allí. Pero la zona occidental con las continuas incursiones de francos y alamanes, quedaba desprotegida, Roma seguía estando lejos. Por ello, Diocleciano dividió el Imperio en dos grandes sectores: Oriente y Occidente, una fragmentación administrativa, el Imperio seguía siendo uno. Con la partición del vasto reino, el Emperador designó a un hombre de su confianza, un paisano, como Augusto de Occidente: Marco Aurelio Valerio Maximiano, constituyendo la capital de esta área en Mediolanum (Milán); una elección con condiciones que regiría los destinos del Imperio los próximos 27 años: La Tetrarquía.

  La principal finalidad de Diocleciano era la de evitar que cualquier Gobernador con cierto poder y apoyado por sus legiones pusiera en jaque al Imperio y se convirtiera en un usurpador, algo que desde la época de “los severos” ocurría con bastante frecuencia. El nuevo Emperador entregó a su amigo Maximiano, un militar ilirio como él, el territorio occidental exigiéndole dos requisitos: que nombrara un César (heredero) y que abdicara en beneficio del mismo, pasados 20 años; de esta forma, consideraba Diocleciano, quedaban resueltos los problemas sucesorios y golpistas. Lógicamente, una vez, los césares accedieran al poder nombrarían dos nuevos herederos: una especie de Monarquía no hereditaria.

Imperio Romano en el año 300. sedes de "los Tetrarcas".

Imperio Romano en el año 300. Sedes de «los Tetrarcas».

  Con esta lozana organización de poder, el Imperio quedaba distribuido en dos grandes bloques con cuatro prefecturas: dos Augustos y dos Césares. Oriente, con capital en Nicomedia, para Diocleciano y Occidente, con capital en Mediolanum, para Maximiano; a su vez, Diocleciano otorgó el cargo de César en Occidente a Flavio Valerio  Constancio “Cloro”, con capital en Tréveris, y en Oriente a Cayo Valerio Galerio Maximiano, con sede en Tesalónica.

  Los cuatro príncipes tenían poder absoluto en cada una de sus demarcaciones. Diocleciano se quedó con la región más próspera (Oriente): Asia, Egipto, Siria y Palestina; Maximiano: Hispania, Italia y África; Constancio: Britania y Galia, y Galerio, con las provincias ilirias: Panonia, Moesia y Tracia. Diocleciano y Maximiano se asignaron poderes divinos: Sol Invictus, algo que encrespó sobremanera a la comunidad cristiana; el primero se asoció a Júpiter, el padre de todos los dioses, con el título de Iovius, y el segundo a Hércules, Herculius. De esta forma quedaba patente que, aunque los dos eran Emperadores, Diocleciano estaba un peldaño por encima.

  El sistema de gobierno de los tetrarcas, con dos Augustos y dos Césares, fue un primer paso en las reformas administrativas y militares emprendidas por Diocleciano. Las provincias romanas eran, en su mayoría, inmensas y estaban bajo el dominio de un Gobernador que se ocupaba de los asuntos civiles, políticos y castrenses; demasiado poder para un solo hombre, que en algunos casos actuaban como soberanos amenazando la estabilidad del Imperio. Para evitar tentaciones subversivas y tener un mejor control de los distritos, se ideó una novedosa organización para todo el Imperio.

El nuevo modelo territorial elaborado durante la Tetrarquía estaba compuesto por doce Diócesis (quizá relativo a Diocleciano) regidas, cada una de ellas, por un Vicarius, un político designado por el Emperador: en la actualidad, este cargo sería comparable a un “Delegado del Gobierno”. Estas Diócesis fueron divididas en Provincias, regentadas por un Gobernador, incrementando el número de las mismas para su mejor administración; en un principio fueron 47, y con el paso de los años superaron las 100. Como arquetipo tenemos la Península Ibérica; a las ya conocidas: Tarraconense, Lusitania y Bética, con la reciente distribución se les sumó la Cartaginense y la Gallaecia, con capitales en Carthago Nova (Cartagena) y Bracara Augusta (Braga). La Diócesis Hispaniarum estaba compuesta por seis provincias: Bética, Cartaginense, Gallaecia, Lusitania, Mauritania Tingitana (actual Noroeste de Marruecos) y Tarraconense.

Diócesis de ORIENTE                         Principales provincias

Oriente          Libia, Egipto, Palestina, Siria y Cilicia
Ponto          Capadocia, Armenia Menor, Galacia, Bitinia
Panonia          Panonia Inferior y Superior , Noricum, Dalmacia.
Asia          Asia, Frigia, Pisidia, Licia, Lidia, Caria
Moesia          Moesia Superior, Dacia, Macedonia, Acaya, Dardania.
Tracia          Moesia Inferior, Tracia

Diócesis de OCCIDENTE                   Principales provincias

África         África proconsular, Byzacena, Tripolitana, Numidia,
Hispania         Mauritania, Bética, Lusitania,Tarraconense, Cataginense, Gallaecia.
Viennense         Narbonense, Aquitania, Viennensis, Alpes Maritimae.
Galia         Lugdunense, Germania Superior e Inferior, Bélgica.
Britania         Britania.
Italia         Italia, Sicilia, Cerdeña y Córcega.

  También en materia militar, Diocleciano, hizo una profunda transformación; profesionalizó el ejército, unas huestes que en los últimos tiempos se habían llenado de mercenarios; incrementó las legiones pasando de 40, aproximadamente, a 60, total, más de medio millón de soldados. El poder militar quedaba desligado de la autoridad civil, dependiendo, los mandos (Dux), de los Prefectos del Pretorio o de los propios tetrarcas. En sus lides a lo largo del Imperio siguió la táctica de Probo y Caro: reclutar a los vencidos; pero en lugar de utilizarlos para el ejército, los empleaba para la agricultura y la construcción, dejando las labores castrenses para ciudadanos romanos.

  Ciertamente, las reformas llevadas a cabo por Diocleciano, dieron raigambre política y firmeza militar; el Imperio Romano parecía haber olvidado las rencillas internas en las que cualquier soldado, con cierto rango, amenazaba los cimientos del Estado. Con esta renovación acometida por Diocleciano el dilatado Imperio duró casi 200 años más, pero ya nunca tuvo el vigor de las épocas de Octavio o de Trajano. Todas estas correcciones también tuvieron un coste humano y social importante:

  Con las cuatro prefecturas y la ampliación del número de provincias el contingente de empleados públicos se había disparado, también  hubo que duplicar, en algunos casos cuadruplicar, guardias y funcionarios de palacio: había cuatro “Príncipes”; a todo esto había que sumarle el mantenimiento del desmesurado ejército. Como dijo el escritor contemporáneo Lucio Cecilio Firmiano “Lactancio“: “En nuestro Imperio de cada dos ciudadanos, uno suele ser funcionario”, o “Cuando la parte de los que recibían superó la parte de los que contribuían, las provincias se vieron oprimidas por el peso de los tributos”.

  Con todas estas premisas las arcas del Estado se tambalearon, y el descontento de las clases medias y bajas se hizo patente; los años de abundancia, despilfarro y algarabía habían pasado a mejor vida. Para intentar solventar el asunto, Diocleciano promulgó un edicto en 301: Edicto de Precios. Esta ley se basaba en establecer un precio máximo para productos de primera necesidad, obligando, bajo pena de muerte en algunos casos, a ganaderos, agricultores y artesanos a vender por debajo del coste de producción; también devaluó y acuñó nuevas monedas pero, en general, la medida fue un fracaso: se fomentó la economía sumergida y el estraperlo, un legionario mantenía su sueldo pero tenía menos poder adquisitivo; el Imperio Romano viviría años difíciles, económicamente, hasta la llegada al trono de Constantino.

  Es probable que a Diocleciano le sobraran los últimos años de su reinado. Aparte de haber pasado a la Historia por sus impresionantes reformas en materia civil, administrativa y militar, también lo ha hecho por la persecución a los cristianos iniciada en 303. El cristianismo, con el paso de los años, se había convertido en el dogma más pujante del Imperio, y esto era algo que chocaba con la concepción autocrática de Diocleciano: el hombre que gozaba del título de Júpiter, el más grande de los dioses romanos, no quería rivalizar con el monoteísmo de los seguidores del nazareno; cosa extraña, porque tanto su esposa Prisca, como su hija Galeria Valeria eran simpatizantes de esta doctrina. Algunos historiadores acusan de este acoso a su César y heredero Galerio, hombre que reconocía sentir un odio visceral hacia los cristianos; sea como fuere, el hostigamiento al que fueron sometidos los cristianos fue, seguramente, el más cruel de la Historia de Roma: hubo ejecuciones masivas, se destruyeron y quemaron lugares de culto, se despojó de poder a altos funcionarios y militares… pero esta caza no fue igual en todas las partes del Imperio, la zona administrada por Constancio Cloro casi pasó desapercibida, y es que este César era más tolerante y respetuoso.

  En el año 305, en una ceremonia celebrada en Nicomedia, Diocleciano abdicó (fue el primer Emperador que se retiró de sus funciones en vida) en favor de Galerio después de 20 años de mandato y, a su vez, obligó a Maximiano a hacer lo propio en beneficio de Constancio. El Augusto Cayo Aurelio Valerio Diocleciano se aisló hasta su muerte en Diciembre de 311 (algún erudito dice 313) en Spalato (Split, Croacia), en un palacio en el que una vez entró, dicen, no volvió a salir, ni tan siquiera cuando su colega Maximiano reclamó su presencia para poner orden en los nuevos tetrarcas: “Si vieras las coles que he plantado con mis propias manos, no seguirías insistiendo en que renunciara al goce de la felicidad a cambio de la búsqueda del poder”.

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©TruttaFario___El Arenal, XV – VI – MMXIII
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Fuentes:
Francesco BertoliniIsaac AsimovEdward GibbonIndro Montanelli,
Wikipedia Hungría.