La Casa Vieja

written by Jesús Troitiño García.

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Jesús Troitiño García

  Recurriendo a la memoria, de esta casa vieja, quiero contaros lo que recuerdo de este barrio cuando yo era un chaval y otro poco de lo que es actualmente, no solo por lo que es, si no, porque hay personas que cuando pasan por aquí, dudan de quien vive  y de quien vivía en estas casas hace años y por eso me parece oportuno hacer un pequeño comentario sobre esta calle que se llama EL HERRERO, pero que todos la conocemos como la calle del barrio de los balcones. En aquellos años difíciles de los cuarenta, en todas las casas, se tenían animales para la supervivencia, era necesario tener  algún animal de carga para traer la leña para la lumbre y tener animales para abono para la siembra, y si se podía tener una  cabra,  pues qué bien, así se tenía leche en casa. En la casa número uno, son más jóvenes, pero ya llevan viviendo muchos años. En la casa donde hoy vive GUILLE, era de su abuelo BENIGNO, en la siguiente vivían los CHORRERILLOS, hoy  conocemos a algunos hermanos que viven en otro lado, en la siguiente era de Tío  FELIX CACHERRES, hoy es de una nieta suya, la número nueve LA CASA VIEJA vivía Tío EUGENIO ESTAQUILLAS y su familia, la casa siguiente vivía Tío BENEDICTO  PERDIGON, la que le sigue, era de Tío PASCASIO, algunos recordareis a Dominica y Lino, que era más o menos de mi quinta, luego estaba Tío PABLO, el padre de Mauricia y la otra era Tío  LEONCIO  ZAMARRA,  también conocemos a sus hijos y nietos, en el  número dos, vivía Tía Quica con los suyos, luego vivió en la casa donde hoy tiene la tienda María Jesús, y la casa de blanco era un huerto que yo conocí sembrado de judías y patatas…y esto es lo que yo sé de esta calle.   

LA  CASA  VIEJA

  Empujé la puerta de madera vieja,

olor a familia y un hogar con vida,

crucé la escalera de peldaños limpios,

al fondo está el banco de cortar cochinos,

allí en el fondo, la artesa del guiso,

la artesa del guiso, para las morcillas,

para los chorizos y de los adobos.

  La casa, ya con tantos años,

cuantos recuerdos en cada rincón,

debajo del banco, está puesto un cepo, para pixi,

porque en la casa vieja hay vida para todos,

en el rincón, hay un cántaro de barro,

de barro de arcilla, para guardar higos pasados,

en la pared de piedra, colgado, hay un liáro,

y al lado, está la zafra de aceite de oliva,

de donde se llena el liaro para el pastor,

sobre el tajo de pino y de anea,

una cesta de mimbre rectangular,

rectangular para mejor colocación de enseres,

y una banqueta de pino albar, muy blanca,

y un saco lleno de piñas para hacer fuego,

fuego, que en la lancha de la lumbre,

tiene mil aplicaciones, además de calentar el hogar.

  La lancha de la lumbre, que historia,

cuantos recuerdos, cuantas historias,

cuantos cuentos,… hasta de miedo,

de las lláres, cuelga un caldero lleno de agua,

con algún pedazo de hollín de la chimenea,

en el rincón izquierdo, el abuelo,

con su chaqueta de pana marrón claro,

y su callada de roble junto a sus pies,

y su inseparable boina, capada y ya con brillo,

anda mal por el reuma, consecuencia del mal calzado

que durante años soportó, con los pies mojados día tras día,

y siempre esta junto al fuego,

pero a pesar de los años cuida del puchero,

y a la hora de comer, siempre está apunto la comida,

la comida, para abuelos, hijos y nietos,

todos tienen un sitio en la mesa,

se cortan trozos del pan redondo de trigo,

tampoco  falta la jarra de vino de la cosecha,

y hasta el gato tiene su parte,

durante la comida todos cuentan sus inquietudes.

Esta es la casa, vieja casa, pero… un hogar.

El Arenal, 22 de agosto de 2017

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