Presentación del libro: «Cronología del Imperio. Emperadores»

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  La guerra de Troya, después de 10 años de contienda, se convirtió en una masacre. Los griegos, una y otra vez, fueron rechazados por los arqueros troyanos hasta que Odiseo, rey de Ítaca, tuvo la ingeniosa idea de regalar, a modo de capitulación, un enorme caballo de madera a sus enemigos; Ulises pensó que si no podían derrotarlos traspasando las murallas, si podían hacerlo desde dentro. Los troyanos conmemoraron la rendición por todo lo alto; lo que no imaginaban los troyanos es que en las entrañas del caballo estaban ocultos los mejores guerreros aqueos. Cuando los troyanos, exhaustos por la celebración  y ebrios por los festejos, dormitaban, los griegos salieron de la panza del caballo aniquilando todo ser vivo que encontraron por el camino.

  Como suele ocurrir en toda batalla, por cruenta que sea, siempre hay algún superviviente, este fue el caso de Eneas: Eneas era un fornido guerrero, emparentado con la realeza, hijo del noble Anquises y de la diosa Afrodita; pero Eneas sabía, después del estrepitoso fracaso, que su cabeza tenía precio. Por ello, abandonó la costa de Asia Menor (Turquía), lugar donde se encontraba Ilión (Troya), y en una raquítica barcaza se hizo al mar. Después de días y días navegando sin rumbo, arribó en la costa italiana. Estuvo deambulando por la península en busca de un lugar en el que establecerse, hasta que llegó a la región de la Lacio; allí había un tranquilo reino gobernado por Latino. Eneas pensó que ese era un buen sitio para rehacer su vida.

  El rey Latino tenía una hermosa hija, Lavinia, que era pretendida por todos los nobles de la comarca, pero Eneas no tuvo rival en el cortejo. La enamoró y se casó con ella. Pasado el tiempo, Lavinia y Eneas se convirtieron en reyes de Alba Longa, así se llamaba el reino. La sucesión de Eneas fue su hijo Silvio, que también llegó a ser rey. Descendientes de Silvio fueron Numitor y Amulio; Numitor, que era el mayor, fue el heredero, pero su hermano Amulio, suspicaz, marrullero y ambicioso, desterró al vástago legítimo e hizo ejecutar a sus hijos varones para que, llegado el momento, nadie reclamara el trono; y a la única hija, Rea Silvia, la ordenó ocuparse de los asuntos religiosos condenada a la virginidad. Rea Silvia era la doncella más hermosa sobre la faz de la tierra.

  La belleza de Silvia no solo era el deseo de los mortales, también lo era de los dioses. Ares, dios de la guerra, tenía por costumbre realizar algunos escarceos terrenales para satisfacer su desenfrenado apetito sexual; en este caso, la víctima fue la radiante Silvia. Como Silvia se opuso a la pretensión de Marte (así llamaron los romanos a Ares), éste, que no estaba acostumbrado a los desplantes, la forzó. Como consecuencia de esta violación, Rea Silvia quedó preñada y a los 10 meses, lunares, Silvia parió, y dio a luz gemelos, dos hermosos niños.

  Pero las normas y tradiciones de la época decían que las criaturas fruto del adulterio y la violación, debían ser sacrificadas. Rea Silvia cogió sus dos bebés con idea de arrojarlos al Tíber, pero llegado el momento, Silvia no pudo cometer este atropello, una madre es una madre. En lugar de inmolarlos, los dejó en una vereda por si había suerte. Y sí la hubo, quiso la fortuna que acertara a pasar por allí una lozana matrona con ubres suficientes para alimentar a los suyos y a dos más, y se los llevó a su cabaña. Luperca, así se llamaba la loba, los amamantó, los crió y hasta los puso nombre: Rómulo y Remo.

  Los dos muchachos se criaron saludables y felices, pero los oráculos habían vaticinado que llegados a edad adulta uno mataría al otro; y así fue, en una de las discusiones por ver quién era el elegido, Rómulo mató a Remo. Rómulo regresó al lugar de sus antepasados y cuando supo del magnicidio de su abuelo Numitor, ejecutó a Amulio y se proclamó monarca fundando un nuevo reino con un nombre relativo a él y a su hermano: Roma. Esto ocurría el 21 abril de 753 a. C.

  Todo lo relatado es una fábula; seguramente, excepto Rómulo, ninguno de los personajes aquí mencionados sean reales, todo es un cuento elaborado a mi manera, pero en algún punto hay que colocar el inicio de la Historia de Roma.

 

  Rómulo fue el fundador de Roma y primer rey de la Monarquía Romana. Pero la nueva Monarquía instaurada por Rómulo no era una Monarquía como las hasta ahora conocidas, no era ni hereditaria ni absolutista; el descendiente de Eneas dotó a su reino de unos valores desconocidos: el monarca, aun siendo vitalicio, a excepción del propio Rómulo, era elegido en asamblea por el pueblo; también creó un consejo de ancianos, senis, y ahí nació el Senado. En un principio, estos sabios fueron 30 y eran las personas responsables de sancionar o, llegado el caso, vetar las leyes propuestas por el rey.

  La Monarquía Romana perduró durante 244 años, de 753 a 509 a.C. gobernada por dos dinastías, los latinos (de 753 a 617 AC): Rómulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio y Anco Marcio; y los etruscos (616 a 509 AC): Tarquinio Prisco, Servio Tulio y Lucio Tarquinio. Este último rey, Tarquinio el Soberbio, decidió prescindir de las atribuciones que tenían el pueblo y el Senado, se convirtió en un tirano. En una revuelta organizada por nobles, entre los que se encontraban parientes cercanos, y con el beneplácito del Senado, Tarquinio fue despojado del poder y enviado al exilio. Tarquinio el Soberbio intentó recuperar el trono con el apoyo de sus hijos, pero sus hijos fueron ejecutados y él murió en el destierro.

  El Senado, quizá, haciendo acopio de los sabios y conocimientos griegos, y para evitar tentaciones autoritarias, una vez derrocado Tarquinio el Soberbio, eligió un nuevo sistema de estado: la República Romana.

 

  El cambio de Monarquía a República no supuso un descalabro en las instituciones, de hecho, el único título que desapareció fue el de rey; los demás organismos, o casi todos, se mantuvieron y a medida que Roma se fue expandiendo, nacieron otros nuevos.

  La magistratura más relevante en el cambio de gobierno fue la de Cónsul. La asamblea popular en lugar de elegir un rey, elegía dos cónsules. Estos dignatarios tenían, más o menos, el mismo poder que el rey durante la Monarquía: convocatoria del Senado, mando del ejército… la gran diferencia radicaba en que los reyes lo eran con carácter vitalicio y la durabilidad en el cargo de los cónsules era por un año; pasado este período debían rendir cuentas ante el Senado y no podían presentarse a la reelección hasta pasados 10 años.

  Las magistraturas que hicieron que Roma, durante la época republicana, adquiriera la raigambre cultural, política y militar que la convirtió en la mayor civilización de la Historia, fueron: los Ediles, los alcaldes de la actualidad, eran cuatro, dos elegidos por la plebe y dos por los patricios; los Cuestores, los responsables de la tesorería; el Tribuno de la Plebe: el defensor del pueblo, eran elegidos en asamblea y su misión era la de velar por los derechos de los plebeyos, tenían, incluso, poder de veto en el Senado; Tribuno Militar: sustituto del Cónsul o Pretor y custodiar las preocupaciones de los soldados; Pretor: dignatario de justicia, la responsabilidad más alta tras el Cónsul, el único, junto a éste con capacidad para mandar un ejército; Cónsul: presidente del gobierno, el cargo más importante durante la República; Censor: uno patricio y otro plebeyo, responsables del censo propiamente dicho, y de la moral pública, solían ser veteranos senadores y el tiempo en el cargo era de cinco años; Dictador: magistrado con poder supremo, responsabilidad que se le otorgaba a un Cónsul o Pretor en caso de extrema gravedad (una contienda inacabada, una sublevación, una revuelta, un estado de excepción).

  A grandes rasgos, el funcionamiento de la República Romana estaba basado en los comicios, en las asambleas.  Estas asambleas eran de tres tipos: la Curial, la de los patricios, donde, por lo general se nombraban las altas magistraturas; la Centurial, un tipo de comicios solo para el ejército, responsables de la elección de los cónsules y pretores, los encargados de la milicia, y la Tribal, reunión de plebeyos con la misión de nombrar ediles y, sobre todo, el Tribuno de la Plebe.

  La República Romana, en sus 480 años de existencia, también tuvo sus épocas de crisis, no todo fue una balsa de aceite. Los peores momentos surgieron a mediados y finales del siglo III AC (218-201) con la erupción de la República de Cartago, período en el que la saga de los Barca: Amílcar, Asdrúbal y, sobre todo, Aníbal, pusieron en jaque a Roma.

  A mediados del siglo I, Cayo Julio César, el mejor estadista de la Historia de Roma y uno de los mejores generales de la historia, había acaparado la totalidad del poder dentro de un marco pseudo legal de la República: se había adjudicado, casi por decreto, el título de Dictador vitalicio. El Dictador entendió que la República ya era solo un nombre, que Roma necesitaba de un líder para hacer frente a los problemas del vasto Imperio, quizá quiso implantar una especie de Monarquía camuflada.

  En un complot senatorial encabezado por Junio Bruto, Casio Longino y con el respaldo de más de 60 senadores, Julio César fue asesinado en la Curia el 15 de marzo del año 44 AC. Dos días después, el Senado, promulgó un perdón para los magnicidas y pusieron al frente del gobierno a Marco Antonio, hombre que había compartido consulado con Julio César. Marco Antonio, haciendo caso omiso a las decisiones del Senado, se desplazó hasta la Galia para aniquilar a los ejecutores de César, esto fue considerado traición por el Senado. Para deponer a Marco, el Senado puso al frente de las legiones romanas al heredero e hijo adoptivo de César: Octaviano, un muchacho de 19 años hijo de su sobrina Atia Balba Cesonia. El joven Octavio derrotó a Marco Antonio en la Batalla de Módena, 43 AC, y obligó a éste a reagruparse buscando el apoyo del tercero en discordia: Lépido. Posiblemente, Octavio, hubiera podido hacer frente a los dos pero, quizá, aconsejado por su madre Atia, pactó una tregua (Lex Titia) con un poder a tres bandas, el Segundo Triunvirato, Octavio: Italia y África, Lépido: Hispania y la Galia y Marco Antonio: la zona oriental con base en Alejandría.

  La situación militar y económica de Octavio era muy superior a la de Lépido, además tenía el apoyo del Senado y la faltriquera del rico Cilnio Mecenas. Con unos cuantos sobornos se atrajo las legiones de Lépido relegando al triunviro a un cargo político religioso, Pontífice Máximo; después de 8 años el Triunvirato había dado paso al Duunvirato: Marco Antonio en Oriente y Octavio en Occidente.

  El Senado Romano tenía claro que la posición de Marco Antonio en Alejandría era un peligro para Roma, Egipto era el granero del Imperio y, llegado el momento, esto supondría un gran obstáculo para Occidente. Por eso, el Senado, preparó una expedición para desbancar a Marco Antonio y a su amante Cleopatra.

  El enfrentamiento entre Octavio y Marco tuvo lugar el 2 de septiembre del año 31 en el Adriático, en el Golfo de Ambracia: la Batalla de Actium. El poderío naval de Roma, bajo el mando del general Vipsanio Agripa, infligió una derrota total a Marco Antonio y la flota egipcia. Tal fue la humillación de Marco, que el triunviro optó por una muerte digna: el suicidio; 10 días después, también se suicidó Cleopatra VII y Egipto pasó a ser provincia romana. Después de cinco consulados consecutivos, algo inédito, Octavio, al mando de 50 legiones, puso su cargo a disposición del Senado, año 27 AC.

  Los Páter, igual que sucediera en 509 AC cuando pasaron de Monarquía a República, pensaron, tal vez, que era el momento de cambiar la forma de gobierno. A Cayo Julio César Octaviano, con 36 años, le fue entregado el poder en calidad de Procónsul Vitalicio y, para darle más solera al nombramiento, los religiosos le otorgaron el título de Augusto (excelencia, solemne, divino) y los gerifaltes militares el de Imperator (comandante en jefe del ejército): César Augusto Imperator; había nacido el Imperio Liberal, el Principado, una especie de monarquía republicana.

  En estas fechas, más o menos, es donde da comienzo este libro:
http://editorialcirculorojo.com/cronologia-del-imperio-emperadores/
https://www.amazon.es/Cronolog%C3%ADa-Imperio-Miguel-Salgado-Chinarro/dp/8491260935
una sencilla biografía de todos los emperadores romanos de Occidente desde Octavio Augusto (27 AC) hasta Flavio Rómulo Augusto (476 DC).

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©TruttaFario______El Arenal, XXIX – III – MMXVI
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