CONSTANTINO el GRANDE, Flavio Valerio Aurelio Constantino —————— (Julio – 306 * Mayo – 337)

  • Naissus (Moesia S.), 27- II -272 ♥♥♥♥ Nicomedia (Asia Menor), 22- V -337.

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  En primavera de 325, el sistema de gobierno que había regido el destino del Imperio Romano desde 285 con la implantación de la Tetrarquía por el Augusto Diocleciano, tocaba a su fin. Un nuevo régimen, con más tintes monárquicos, si cabe, que los implantados por Diocleciano, iba a ser la forma de gobierno durante la mayor parte del Bajo Imperio, época comprendida desde el año 305, con la jubilación de Diocleciano, hasta 476 en que se dio por finalizado el Imperio Romano de Occidente cuando el bárbaro Odoacro envió las insignias imperiales a Constantinopla (a Flavio Zenón, Emperador de Oriente) y se proclamó Rey de Italia.

  La Tetrarquía, después de la abdicación de los augustos Diocleciano y Maximiano, había ido dejando tras de sí un reguero de sublevaciones, grescas por el poder y cinco o seis guerras civiles. El único sobreviviente de los nueve emperadores (Diocleciano, Maximiano, Constancio Cloro, Galerio, Severo II, Majencio, Maximino II, Licinio y Constantino) que compusieron esta etapa del Imperio, fue Constantino; de 285 a 325, todos sus correligionarios habían desaparecido y, a excepción de Diocleciano que falleció de muerte natural y Constancio Cloro y Majencio que murieron en batalla o de sus secuelas, el resto fueron asesinados. En Septiembre de 325, ejecutado Licinio, el Augusto de Oriente, por orden de Constantino, éste quedó como única autoridad del Imperio dando origen a una nueva dinastía: el Linaje de Constantino.

Flavius Valerius Galerius Constantino.

Flavius Valerius Aurelius  Constantino.

  Flavio Valerio Aurelio Constantino nació en Naissus, Moesia Superior (actual Nîs -Serbia-) el 27 de Febrero de 272 y falleció, de muerte natural, en Nicomedia, Asia Menor (hoy Turquía) el 22 de Mayo de 337 (65 años).

  Constantino, también conocido como Constantino I, Constantino el Grande, Constantino Magno, o San Constantino según la Iglesia Ortodoxa, era hijo del que fuera César y Augusto de Occidente de 293 a 306, Constancio Cloro, y de Flavia Julia Elena: una tabernera natural de Drepanum (Hersek -Turquía-) que fue la amante de Constancio Cloro cuando éste estuvo destinado en Asia Menor al servicio del Emperador Aureliano; en el futuro, Elena, fue elevada a los altares como Santa Elena de Constantinopla: Cuenta una leyenda que la madre de Constantino fue enviada por éste a Palestina (327) en una visita diplomática; en el periplo, Elena, dijo haber descubierto la Vera Cruz, el madero donde fue crucificado Jesús el Galileo y esto, fue interpretado por la Iglesia de Oriente como un milagro.

  Puede decirse que Constantino fue educado para ser Rey. Se crió bajo la protección de su madre Elena y su padre Constancio: mientras su progenitora se ocupaba de los asuntos culturales, su padre lo hacía en temas militares. Cuando Constancio Cloro fue elevado al rango de Prefecto del Pretorio en Occidente destinado con el Augusto Maximiano en 288, Constantino permaneció en Nicomedia bajo la tutela de Diocleciano; con él continuó la formación pedagógica y castrense: en el ciclo educativo, el estudio de los clásicos griegos y latinos, y en la fase bélica, acompañando al Emperador en las campañas de Oriente contra godos y persas, llegando a ser un reputado oficial. Con Galerio como Augusto de Oriente, una vez jubilado Diocleciano, Constantino siguió en la corte oriental, pero la situación fue distinta; Constancio Cloro había heredado el principado de Occidente y Galerio retuvo a Constantino más en calidad de rehén que de pupilo, de esta forma, el desconfiado Galerio forzaba al Augusto de Occidente a nombrar César a Severo II, amigo de Galerio, en lugar de a su hijo Constantino.

  En 306, Constancio Cloro, acantonado en Britania, reclamó la presencia de su hijo Constantino para la campaña contra los pictos (escoceses); la mala fortuna quiso que, tras algunas victorias de las legiones de Constancio, éste cayera gravemente enfermo en Eboracum (York), puede que por una herida, cuando llevaba poco más de un año como Emperador de Occidente; en su lecho de muerte hizo aclamar Augusto a su vástago Constantino, Julio de 306. Este nombramiento no fue aceptado por el Augusto Galerio ni por el propio Constantino, que prefirió ostentar sólo el título de César dejando el de Augusto en manos de Severo II, tal y como Galerio solicitaba. Pero Severo II fue considerado un títere del déspota Galerio en las diócesis de Occidente y, a excepción de Italia donde había dado un golpe de Estado Majencio, el resto: Britania, Galia, Hispania y África, elogiaron a Constantino como Emperador.

Flavia Maxima Fausta

Flavia Maxima Fausta.

  Constantino, no sólo fue un buen militar, también era un avezado político; el hecho de haberse criado, durante gran parte de su juventud, a la sombra de Diocleciano le había dado mucho empaque. En el año 307 el Augusto Severo II, a instancias de Galerio, arremetió contra Majencio y Maximiano, los autoproclamados augustos de la diócesis italiana, pero fue derrotado y, posteriormente, ejecutado; al perder Galerio a su Augusto y colega de Occidente se dedicó a organizar una gran ofensiva para deponer a los usurpadores Majencio y Maximiano (hijo y padre), y de paso, vengar a su camarada Severo. El experimentado Maximiano sabía que el peligro residía más en Occidente que en Oriente y tramó una alianza con Constantino ofreciéndole por esposa a su hija Flavia Maxima Fausta, mujer a la que Constantino aceptó por cónyuge renunciando a Minervina, compañera (¿esposa?, ¿amante?) con la que ya tenía un hijo: Flavio Julio Crispo; en los 19 años de matrimonio, Fausta y Constantino tuvieron tres hijos y dos hijas: Constantino II, Constancio II, Constante, Constantina y Helena. Aunque Constantino, con buen criterio, se mantuvo al margen del conflicto, Galerio sabía que las posibilidades de éxito frente al dúo Majencio & Maximiano, después del lazo de éstos con Constantino, eran muy inciertas; hizo incursiones por el Norte de Italia arrasando todo lo que encontró en su camino y luego optó por la retirada; el repliegue de Galerio fue considerado un triunfo por parte de Majencio, al que se le unieron en su aventura imperial la diócesis de África y parte de Hispania.

  En un intento por sofocar el avance de Majencio se convocó a finales de 308  la reunión de Carnuntum presidida por el legendario Diocleciano y con la asistencia de Galerio y Maximiano, en ella se acordó colocar a Licinio, un paisano y compañero de Galerio, como Augusto de Occidente en sustitución del malogrado Severo II, declarar a Majencio enemigo de Roma, instar a Maximiano para que abandonara el poder, y relegar a Constantino al grado de César; nada salió según previsto: Majencio deportó a su padre Maximiano a la corte de Constantino en la Galia y, a continuación, instauró un sistema policial y despótico en sus dominios (Italia y África) pactando una coalición con el César de Oriente Maximino Daya, Maximiano persistió en sus implicaciones por el poder y Constantino, no renunció al título de Emperador que le había otorgado el ejército.

  En 309-310, Constantino estaba inmerso en una campaña por el Rin contra francos y alamanes, situación que aprovechó el intrigante Maximiano para rebelarse, hacerse proclamar Emperador por las legiones de la Galia e intentar deponer a su yerno Constantino, pero la jugada le salió mal, el ejército, en su mayoría, era leal al Emperador de Occidente e hicieron caso omiso de la confabulación de Maximiano; a su regreso de Germania en verano de 310, Constantino, ordenó el arresto de Maximiano en Massilia (Marsella) y posterior ejecución, o tal vez, el avergonzado tetrarca optara por el suicidio; sea como fuere, Maximiano apareció ahorcado el 1 de Julio de 310. Diez meses después, 5 de Mayo de 311, el Augusto de Oriente, Galerio, fallecía víctima de una dolorosa enfermedad; el camino para derrocar a Majencio y ser el único Augusto de Occidente, por parte de Constantino, estaba expedito y se había convertido en una prioridad. En la zona oriental Licinio y Maximino Daya, los dos Augustos del Este, también comenzaron las hostilidades por el control del Imperio de Oriente una vez desaparecido Galerio, cayendo la supremacía del lado de Licinio.

  El Senado de Roma, harto ya del despotismo y despilfarro de Majencio, apoyó la incursión de Constantino en Italia como si de una liberación se tratara. En la primavera de 312 comenzó Constantino el asedio y aunque sus tropas eran bastante inferiores, la tercera parte, derrotó a las legiones de Majencio en Verona (Batalla de Verona) comandadas por el Prefecto del Pretorio Romano, Ruricius Pompeianus, General que murió en la contienda. El choque final entre Majencio y Constantino, Octubre de 312, se produjo a las afueras de la capital en el río Tíber, Batalla del Puente Milvio; Constantino salió victorioso y Majencio murió ahogado en el transcurso de la refriega. Durante esta lid brotó uno de los grandes mitos de la cristiandad: mientras Majencio invocaba y hacía sacrificios a los dioses romanos para conseguir la victoria, Constantino contó a sus oficiales que había soñado con una cruz y una leyenda que decía “In hoc signo victor eris” (con este signo vencerás); los soldados de Constantino lucharon con el anagrama del cristianismo grabado en sus escudos. Seguramente Constantino, que fue un pagano hasta los últimos días de su vida, con esta utopía consiguió el acicate que sus tropas necesitaban; Constantino fue recibido en la metrópoli como un redentor y hasta el obsoleto Senado lo sancionó como único Emperador. La primera medida de Constantino, una vez en Roma, fue disolver la Guardia Pretoriana, ese cuerpo de élite creado por Octavio Augusto 300 años atrás que tan malos resultados había dado, en muchos casos, a lo largo del principado quitando y poniendo emperadores a su antojo.

Roma, 325 - 337

  Si Constantino, a finales de 312, quedaba como singular Emperador de Occidente, lo mismo ocurría en el Este con Licinio, en 313, al haber aniquilado a Maximino Daya; el Imperio Romano, durante la siguiente década, estaría dividido en dos grandes bloques con soberanos dispares: en Oriente, un conservador pagano amante de las antiguas tradiciones al estilo de su antecesor Galerio, y en Occidente, un reformista de la órbita de Diocleciano. Para consolidar la diarquía los dos soberanos sellaron compromisos políticos y familiares. En Febrero de 313 se promulgó el Edicto de Milán con la conformidad de ambos príncipes: libertad de culto en todo el Imperio. Para dar más porte al acuerdo, Licinio renunció a su amante y contrajo matrimonio con la hermana de Constantino, Flavia Julia Constancia, pero la armonía entre los dos augustos fue una pantomima, mientras Licinio continuó con la persecución a los cristianos y renunció a devolverles las propiedades confiscadas, Constantino más se implicaba con los seguidores de esta doctrina.

  La primera ruptura apareció en 314 cuando Constantino, haciendo uso de su facultad como Augusto decano, nombró César de las diócesis de Italia, Panonia y Moesia a Bassianus; Licinio convenció a su cuñado Bassianus (éste estaba casado con otra hermana, Anastasia, de Constantino) para que se proclamara Augusto y destituir a Constantino; descubierto el contubernio por el Emperador de Occidente, Licinio fue derrotado en Panonia (Batalla de Cibalae, 315) y Bassianus ejecutado. Agraviado Licinio por la humillación sufrida en Panonia, en 316 nombró a su propio César, Aurelio Valerio Valente, con la idea de disputar el trono de Occidente; ofendido Constantino, un nuevo enfrentamiento se puso en marcha, en este caso, en Tracia (Batalla de Mardia, Diciembre de 316) y nuevamente Licinio fue vencido. En esta contienda, Licinio, no sólo fue derrotado, también hubo de retirarse cruzando el Bósforo, con un diezmado ejército, dejando Tracia en poder de Constantino.

  Los siguientes seis años fueron relativamente pacíficos gracias a la intermediación de Constancia, hermana de uno y esposa del otro. Para evitar controversias con el nombramiento de los césares pactaron investir cada uno un heredero, Licinio nominó sucesor a su retoño Flavio Valerio Constantino Licinio (Licinio II), un crío de dos años, y Constantino a Flavio Julio Crispo, hijo que tuvo con su primera esposa, Minervina. Pero el desacuerdo en la forma de gobernar cada vez era más evidente; a partir de 321, Licinio acentuó el acoso a los cristianos y Constantino, por el contrario, más simpatizaba con los obispos y la confesionalidad arriana. La desavenencia más notable entre los dos soberanos se produjo en 322 cuando Constantino, quizá para agradar a su esposa Fausta, designó César (junto con Crispo) a su primogénito Flavio Claudio Constantino, Constantino II; para más inri, en 323 Constantino hizo algunas incursiones en territorios, en teoría del Imperio de Oriente, batallando contra los godos. Licinio, para contrarrestar la investidura hecha por su rival y el desequilibrio hereditario asoció al trono (324), en calidad de Augusto de Occidente, a su colega de armas Sexto Marco Martiniano, esto fue considerado por Constantino, Emperador de Occidente, una declaración de guerra.

  Durante la contienda por el control del Imperio entre Constantino y Licinio se libraron tres batallas, y en las tres Licinio fue derrotado; la primera tuvo lugar en Edirne (Turquía) en Julio de 324, La Batalla de Adrianápolis; la segunda fue un enfrentamiento naval en el Bósforo: la flota de Licinio comandada por Abantus, y la de Constantino por su hijo Crispo, Batalla de Helesponto; la definitiva fue cerca de Estambul en Septiembre de 324, Batalla de Crisópolis. Gracias a las súplicas de Constancia, a Licinio le fue perdonada la vida, su condena fue un arresto en Tesalónica; Martiniano fue ejecutado. Seis meses después, Abril de 325, de la deportación, Constantino ordenó ejecutar a Licinio alegando que éste planeaba una sublevación con apoyo de mercenarios godos y persas; Constantino quedaba como único soberano de todo el Imperio.

colosseum Entre Mayo y Julio de 325 se celebró, presidido por Constantino, El Concilio de Nicea; en la Iglesia existían, básicamente, dos claras tendencias: los seguidores de Arrio (arrianismo) y los de Atanasio (donatistas), los primeros, a grandes rasgos, defendían que había un solo Dios y que Jesús era un hombre hijo de Éste, por el contrario, los donatistas afirmaban que Jesús era humano y divino, por lo tanto era Dios. Después de un debate de más de dos meses no se llegó a una conclusión que unificara criterios, los arrianos continuaron siendo arrianos (Ortodoxos) y los donatistas, donatistas (Católicos). Esta fragmentación del cristianismo, con el paso de los años, fue creciendo y fue una de las claves de la división del Imperio: en Oriente, los ortodoxos con sede en Constantinopla y en Occidente los católicos con capital en Roma.

  Desde la victoria contra Majencio en 312, Constantino no había pisado Roma. En 326, en una visita a la capital, se produjo el hecho más trágico y oscuro del reinado de Constantino: en Roma se encontraba su esposa Fausta y su primer hijo, Crispo (el que tuvo con Minervina); las causas no están muy claras, por toda la ciudad se extendían rumores de la relación amorosa entre hijastro y madrastra, Constantino se sintió engañado y traicionado, por lo que  hizo ejecutar a Crispo, y dos meses después a Fausta; también es posible que Fausta, ante la vergüenza y la aflicción, optara por el suicidio.

  La siguiente decena de años iban a ser pacíficos, por lo menos, dentro de las fronteras; Constantino sabía que el peligro exterior provenía de Oriente: en la divisoria del Danubio y del Éufrates, por ello, decidió que la capital del Imperio debía estar donde estuviera el Emperador. El lugar elegido para la nueva metrópoli fue Bizancio, una ciudad situada al Oeste de Nicomedia que ocupaba un lugar estratégico en el Estrecho del Bósforo; la flamante sede tendría el nombre de Nova Roma, más adelante Constantinopla (Konstatinou Polis -Ciudad de Constantino-). La colosal ciudad llegó a rivalizar con la misma Roma, con sus circos, teatros, estatuas y monumentos.

  El Emperador Constantino, aparte de seguir con la tenaz lucha en el Norte y el Este contra las incursiones de sármatas, godos y persas, se dedicó a impulsar las reformas iniciadas por Diocleciano. En asuntos administrativos, dividió el Imperio en cuatro prefecturas (Gálica, Itálica, Ilírica y Oriental) gobernadas por prefectos, las prefecturas en diócesis presididas por vicarios y éstas, en provincias dirigidas por procónsules, propretores o gobernadores, a excepción de las tres proconsulares (Achea, Asia y Zeugitana) que estaban bajo el mando del propio Emperador. En el tema militar realizó una importante transformación: suprimió la Guardia Pretoriana, antaño un destacamento de selectos soldados con un poder de decisión excesivo, cambiándola por una especie de guardia de honor, una guardia personal de jinetes compuesta, en su mayoría,  por mesnaderos de origen germano; modificó la composición de las legiones, pasando de compañías de 6000 guerreros a 1500, de esta forma se evitaban las posibles sublevaciones encabezadas por un solo general. Pero los cambios más notables fueron en materia civil: se suprimieron las luchas de gladiadores, fue prohibida la cruz como forma de ejecución, se instauró el domingo como día festivo (Sol Invictus para los paganos y Día del Señor para los cristianos), se vetó la adquisición de esclavos si estos eran cristianos, etc. y otras medidas, ciertamente humanitarias, casi siempre bajo la influencia de los arrianos. Pero no todas las leyes beneficiaron la vida y convivencia de los romanos; la homosexualidad, hasta entonces algo corriente, fue considerada antinatural y perseguida, el adulterio fue juzgado como un delito, la prostitución era ilegal, y se censuraron los sacrificios a los dioses paganos.

  En el 336, Constantino, que se encontraba en Nicomedia planeando nuevas campañas contra los sasánidas, ya débil y enfermizo se hizo bautizar convirtiéndose al cristianismo, murió en Mayo de 337 después de 31 años en el trono, el soberano más longevo desde Octavio Augusto (41 años); fue el primer Emperador cristiano de la Historia de Roma. La Iglesia Ortodoxa, quizá en agradecimiento por sus concesiones, lo santificó.

  Antes de morir, Constantino, ya había repartido el Imperio entre sus hijos: Constantino II, Constancio II y Constante; pero esta parcelación del colosal reino duraría poco, en breve comenzaría una lucha fratricida por el poder absoluto.

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©TruttaFario______El Arenal, XV – XII – MMXIII
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