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. Acteón: hijo de Aristeo y de Autonoe, nieto de Apolo por parte paterna y nieto de Cadmo, Rey de Tebas, por parte materna; aunque era un ser mortal, por su cuerpo corría sangre divina. Acteón fue adiestrado en el arte de caza con arco por Quirón, el centauro que también fue maestro de Aquiles y de Hércules.
. Un día el joven príncipe salió de caza por el monte Citerón acompañado por su jauría de perros (35 según Ovidio, 81 según Higinio), cuando el cansancio empezó a hacer mella pararon a descansar debajo de unos cipreses en el Valle de Gargafie; al despertar de la reconfortante tregua, Acteón hizo una excursión por el idílico lugar y la fortuna quiso que sus pasos le llevaran a un arroyo donde se encontraba la Fuente de Partemia, la charca a la que acudía la diosa Artemisa a bañarse  en compañía de unas sirvientes y hermosas ninfas.
. Al advertir la diosa y sus doncellas, que se encontraban desnudas chapoteando en el agua, la presencia del cazador comenzaron a dar gritos; Artemisa le indicó que nunca podría decir que la había visto desnuda a la vez que le lanzaba agua al rostro. Al instante, de la cabeza del humano brotaron cuernos y sus piernas se transformaron en patas; Acteón se miró en el espejo del agua y vio que había convertido en ciervo.
. La manada de canes ya no reconocían a su dueño y vieron en él una presa; Acteón intentó dar órdenes, pero de su garganta sólo salían bramidos y los leales perros lo devoraron.

Giuseppe Cesari (1568-1640). Szépmüvészeti Múzeum, Budapest.

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©TruttaFario______El Arenal, IX – XII – MMXIV
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