MAJENCIO, Marco Aurelio Valerio Majencio ——————————————- (Octubre – 306 * Octubre – 312)

  • Lugar desconocido, 278 ÷ 279 ♦♦♦♦ Río Tiber (Roma). 28 – Octubre – 312.

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  Del grupo de Emperadores que reinaron durante la Tetrarquía hubo uno que no gozó de los requisitos establecidos por su fundador Diocleciano, este fue Majencio. Es cierto que, también Constantino adquirió el cargo de César de manera irregular, pero la situación la solventó Galerio, el Augusto de Oriente, nombrando Augusto de Occidente a Severo II y éste, a su vez, adoptando a Constantino como César. Para la mayoría de historiadores, Majencio fue un usurpador, accedió al trono de forma ilícita tras un golpe de Estado; aunque en su favor, contó con el apoyo de los pretorianos, de los contrariados ciudadanos y la sanción del Senado, si bien es cierto, que era esta una institución, desde hacía años, más simbólica que legítima.

Marcus Aurelius Valerius Maxentius.

Marcus Aurelius Valerius Maxentius.

  Marco Aurelio Valerio Majencio era hijo de Maximiano, Emperador de Occidente de 286 a 305, y de la siria Eutropia. Debió nacer por la comarca de Iliria en el año 278 o 279; en esa época, su padre andaba guerreando por la zona del Danubio y Asia Menor al servicio del Emperador Marco Aurelio Probo (276-282), y murió, ahogado en el Río Tíber, el 28 de Octubre de 312.

  Como ocurre casi con todos los líderes de esta época del Imperio Romano, nada sabemos de su infancia y adolescencia. En el año 294, con quince años, contrajo matrimonio con Valeria Maximilia, una adolescente hija del que sería César y Augusto del Imperio de Oriente: Galerio Valerio Maximiano; esposa con la que tuvo dos hijos: Valerio Rómulo, fallecido en 309, y otro (nombre desconocido), que se cree fue ejecutado, junto con su madre, por orden de Constantino después de la muerte de Majencio, en 312.

  Con estas credenciales, hijo de un Emperador y yerno de un César, parecía el personaje ideal para convertirse, en el futuro, en uno de los Augustos del Imperio siguiendo las normas electivas de los tetrarcas; pero no fue así: en 305, Diocleciano abdicó en favor de Galerio, y Maximiano, a instancias de Diocleciano, renunció en beneficio de Constancio Cloro. Los dos nuevos Augustos, Galerio y Constancio, nombraron para la sucesión dos Césares: Maximino Daya en Oriente y Severo II en Occidente; el joven Majencio fue pasado por alto y enviado a una lujosa villa cerca de Roma. Las cosas se complicaron, aún más para el aspirante, cuando en Julio de 306, Constancio, en su lecho de muerte hacía aclamar Emperador a su hijo Constantino, un muchacho de 18 años, Galerio, el Augusto principal, para normalizar la Tetrarquía y evitar una contienda civil colocó a Severo II de Augusto y a Constantino de César en Occidente, de esta forma, la Tetrarquía continuaba en su conducto: dos Augustos y dos Césares, Severo II y Constantino en Occidente, y Galerio y Maximino Daya en Oriente.

  Varios fueron los motivos para que el fogoso Majencio, 28 años, se insubordinara contra la Tetrarquía. A nivel personal se sintió ninguneado por su suegro Galerio y, sobre todo, por la decisión de Constancio de adjudicar el título de Emperador a su hijo saltándose las disposiciones creadas por Diocleciano. A nivel colectivo, Roma, la que fuera capital del célebre Imperio, había pasado a un segundo lugar: los senadores, que antaño eran la supremacía, se habían convertido en meros figurantes; la Guardia Pretoriana, en otros tiempos adalid del Emperador, haraganeaba por la metrópoli sin nada que hacer, para más inri, habían llegado rumores sobre las intenciones del Augusto Galerio de disolver este cuerpo de élite. Y lo peor de todo, el descontento popular: Diocleciano, falto de recursos económicos por la nueva estructura provincial (se había multiplicado el número de funcionarios) y por las continuas campañas en Oriente, suprimió ciertos privilegios de los romanos haciéndoles contribuir a las arcas del Estado como a cualquier ciudadano del Imperio.

Roma 005

  La aclamación de Majencio en Roma se produjo sin dificultad: el Senado, el pueblo y los pretorianos estaban con él. A excepción de la zona Norte de Italia, donde se encontraba la capital de Occidente (Mediolanum), fue reconocido Emperador en el resto de la península y en la provincia de África, Octubre de 306; pero, Majencio, no quiso pecar de presuntuoso y sólo aceptó el título de Príncipe (Princeps), quizá, en espera de ser reconocido César por los tetrarcas, en especial, por el Augusto de Oriente, Galerio… satisfacción que nunca obtuvo.

 Majencio, con una experiencia militar y política escasa, hizo venir a su padre, Maximiano, que se encontraba disfrutando de su obligada jubilación en Lucania, Sur de Italia. El ex-Augusto, que había abdicado por orden de Diocleciano, a regañadientes, aceptó compartir la púrpura con su hijo en igualdad de condiciones; con la incorporación del mítico Maximiano, el proyecto imperial de Majencio adquiría credibilidad y reputación.

  El “golpe de Estado” protagonizado por Majencio fue denegado por los tetrarcas, sólo Constantino, el César de Occidente, se mantuvo al margen. Para deponer al rebelde, Galerio, envió a Roma a su colega Severo II. Las legiones de Severo, antes de llegar a Roma, cuando vieron a Maximiano al frente de las tropas enemigas empezaron a cambiar de bando; con los soldados leales que le quedaban, Severo II se refugió en Rávena, donde fue hecho prisionero y llevado a Roma como rehén. Después de esta victoria, y aprehendido Severo, el Augusto de Occidente, toda Italia estaba bajo el dominio de Majencio y Maximiano, hijo y padre, que, ahora sí, cambiaron el título de Césares por el de Augustos.

  La derrota y apresamiento de Severo encolerizaron, aún más, a Galerio. En verano de 307, el Emperador Galerio organizó una gran expedición, con las legiones de Iliria, para vengar a Severo II y derrocar a Majencio. Mientras tanto, el hábil Maximiano buscó el apoyo del César de Occidente, Constantino, entregándole por esposa a su hija Flavia Máxima Fausta; Constantino, aceptó el matrimonio y les reconoció la dignidad de Augustos, pero no intervino en el conflicto, él, esperaba su momento. La argucia de Majencio y Maximiano frente a Galerio fue la misma que contra Severo: sobornar a oficiales de Galerio y atraérselos para su causa; pero Galerio no cayó en el error de su camarada Severo, viendo que las posibilidades de una victoria eran remotas (para muchos legionarios, Maximiano era una divinidad), optó por la retirada, eso sí, en el repliegue dio buena cuenta de su frustración arrasando pueblos y aldeas del Norte de Italia.

  Con la aparente victoria sobre Galerio, el duunvirato Maximiano & Majencio parecía tener controlado el Imperio de las diócesis de Italia y África; incluso, las provincias de Hispania se sumaron al proyecto. Todo cambió, cuando en primavera de 308 el insaciable Maximiano, que se sentía irreemplazable, quiso apoderarse del trono y ser único Emperador. Majencio, con el apoyo de los pretorianos, castigó a su padre con el destierro enviándolo a la corte de Constantino. Las cosas se le complicaron, todavía más, a Majencio, en otoño de 308: el Vicario de la diócesis de África, un político originario de Anatolia (Turquía) llamado Lucio Domicio Alejandro, se autoproclamó Emperador de África diciendo ser leal a Galerio y a la Tetrarquía; esta expoliación de poder fue un grave traspié para Majencio, no en vano, África era el granero del que se surtía parte del Imperio. Para sofocar la rebelión, Majencio, envió al Prefecto del Pretorio Cayo Rufio Volusiano, hombre que había sido Cónsul de África en 306, por lo tanto, conocía bien la comarca. Las tropas de Volusiano derrotaron a los insurrectos sin demasiadas complicaciones, y Alejandro, fue apresado y asesinado en Cartago; pero el descontento en Roma era patente: la deportación de Maximiano, la escasez de alimentos… el momento que Constantino estaba esperando.

  La ilusión que el pueblo había depositado en Majencio se estaba derrumbando. De 309 a 312, el reinado de Majencio fue despótico: volvió a implantar los suprimidos tributos de la época de Diocleciano y, mientras el ejército estaba bien pertrechado, los pretorianos se repartían botines, saqueaban haciendas y se les permitía todo tipo de atropellos… los ciudadanos estaban sumidos en la desesperanza y la hambruna; Majencio, como buen tirano, había establecido un sistema militarizado: había comprado el apoyo del ejército, pero no su afecto.

Batalla del Puente Milvio (Peter Connolly)

  En 312, Constantino, preparó la invasión de Italia. A pesar de que las tropas de Constantino eran inferiores en número, eran más disciplinadas, leales e ilusionadas; Majencio contaba con un ejército de más de 150.000 hombres, mientras que Constantino, no llegaba a los 100.000. El César de Occidente pasó los Alpes y avanzó hacia Roma. En las primeras trifulcas, los soldados de Majencio fueron derrotados, por ello, prefirió hacerse fuerte dentro de la amurallada Roma; pero, en este caso, ya no contaba con el apoyo de la ciudadanía y el Senado, como ocurriera en las contiendas contra Severo II y Galerio, y temía ser saboteado o traicionado. Ante este dilema, Majencio, planteó la batalla final a campo abierto; hubo un primer encuentro al norte de la ciudad, en la Vía Flaminia y, finalmente, cerca del Puente Milvio (hoy famoso por “los candados del amor”), sobre el Tíber. No se sabe exactamente cómo fue el desastre ocurrido en el puente, es probable que los soldados de Majencio en un intento de retirada, o por reagruparse, atravesaran el puente, entonces de madera, en desbandada provocando el hundimiento del mismo. Perecieron multitud de soldados, incluido el propio Majencio (33 años); su cadáver fue decapitado y su cabeza paseada en una pica por las calles de Roma.

  Ejecutado Severo II, suicidado Maximiano y fallecidos Galerio y Majencio; Constantino quedaba como “Señor” de todas las diócesis de Occidente: África, Britania, Galia, Hispania, Italia y Viennense.

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©TruttaFario______El Arenal, XXIII – IX – MMXIII
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Fuentes:
Francesco BertoliniIsaac AsimovEdward GibbonIndro Montanelli.
Encyclopedia Britannica.
Wikipedia.