Entre la noche y el día

By Carina Chinarro Vadillo & Juanma Chinarro Colorado

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Cuenta la leyenda
Que una fuente generaba vida
Y a todos los vecinos
Alumbró con vida
Algunos aseguran que todo acontecía entre la noche y el día
En un reino provisto de magia
Coronado de duendes, de brujas y hadas
Liderado empezando la cuesta
Por Uge, “el rajao”, que ya no se encuentra
Dos curiosos siameses le siguen
Quico y Quica, personas singulares,
Un icono de la  fuentecilla
Que postrados cada uno en su silla,
En cada mirada fundieron su vida.
Y de estos, a la callejilla
Cuyo rumbo nos lleva directos
A la escalerilla de la tía sabina.
Que templanza y que tesón…
Bruja buena de gran corazón
Compartía con ellos su preciado don:
Aliviando sus manos, al tacto
Zonas aquejadas de cualquier dolor
De la mano volviendo a la cuesta,
Le sigue su amiga, que también es muy buena
Coronada de nieve su estampa,
Tía Carmen, dulzura por la piel emana
Y es su risa
Un sello que todos
Llevan en su alma
Que el mundo dejara
En su puerta los niños jugaban
Hechizados como por un hada
Y es seguro que todos recuerdan
Que el día de su santo
Un anís les daba.
Hay personas que nunca nos dejan
Por muy alto que vuelen sus alas
Pues sus actos en nuestros recuerdos
Como a fuego vivo, por siempre se graban-
Colindante con ella, tía Lucia
Como un ángel de todos cuidaba
Y su silueta siempre adivinadas
Si volvías su vista hacia su ventana
Todo es perfecto
En el reino todo funcionaba
Por ello su esposo cuando ella faltaba
Decidió un buen día marchar a buscarla…
Y llegamos ahora a tía Rafa
Huérfana muy niña
Que con tez de plata
Vio la luz un día
Se cubre adornada
Al pasar el tiempo
Sus finos cabellos se tornan en ondas
Y en cada una de ellas
Esta bruja buena albergaba una historia-
Usa los desvanes como biblioteca
Devorando libros y alguna manzana
Y al final se torna en toda una experta
Bordando preciosos trajes de serrana.
Y para acabar la historia del reino,
A la tía Benigna hoy recordaremos
Que de mil amores regaba sus flores
Alumbrando al mismo,
Cual si fueran soles
Y ya concluimos con la Tía Reimunda
Una gran mujer, que hizo de su puerta
Un lugar de encuentro que a todos inunda
Disfruten ustedes con estas historias
Que la noche se vista de gloria.

Carina.

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Carina Chinarro & Juanma Chinarro

Carina Chinarro & Juanma Chinarro

Lo que hoy vengo a contaros nos lo contó a su vez mi abuela Rafa en la segunda planta de esa casa, ahí a unos pocos de pasos junto a ese balcón que casi se alcanza ver, son las historias que contaba “entre la noche y el día”; unas veces al amor de la lumbre en las oscuras y lluviosas noches de octubre, otras en las cálidas tardes de verano para que no hiciésemos ruido a la hora de la siesta y por supuesto siempre que sus nietos se lo pedíamos, nos contaba muchas historias, pero las que más recuerdo son las de brujas, lo que más me impresionaba era que esas brujas vivían junto a nosotros en estas mismas calles, entre nosotros junto a nuestras casas respirando el mismo aire que nosotros, mirando las mismas estrellas y la misma luna, pero solo  eran como nosotros hasta que sus vecinos dormían “entre la noche y el día” en ese momento se transformaban en otras, parecían las mismas personas con las que todos habían compartido un largo día de trabajo, pero en realidad, puede que la noche les transformase en otras ¿personas?…

Pero no quiero perder más vuestro tiempo empezaré con la historia tal y como nos la contó mi abuela Rafa a todos los que un día fuimos niños en esa casa:

Hace ya bastantes años, cuando como ahora sólo velas y candiles iluminaban la noche, cuando Rafaela era aún una chiquilla, en estas calles vivían algunas personas por así decirlo… diferentes, casi todos creían que al llegar la media noche, brujas y espíritus rondaban los sobraos, por aquel entonces comunicados unos con otros, nadie osaba subir a esas horas de la noche, eran las horas de las brujas, y ese era su territorio, plagado de sombras, misteriosos crujidos y sabe dios que espíritus más, entonces este pueblo como todos, vivía en medio de la superstición y el miedo a lo desconocido y la noche, la oscura noche era uno de esos misterios.

Cuenta la leyenda que una de esas noches de verano en extrañas circunstancias, una joven enfermó, nadie podía entenderlo ayer tan sana y alegre, hoy postrada en la cama presa de fiebres, la familia por supuesto, acudió al curandero que vio tras estudiar a la chica, que sin lugar a dudas lo que sufría era mal de ojo, pero no temáis como todo tiene solución, como claramente indicaban todas las señales, había una forma de descubrir quien había echado el mal de ojo, solo había que esperar al séptimo día a la séptima hora del séptimo mes, y este mágico momento traería a la casa de la joven a la responsable de aquel sortilegio, a demás les dijo el curandero que con tan sólo presionar el dedo corazón de su mano izquierda, el culpable, quizá la bruja perdería su poder y al mismo tiempo también saldría de la joven la enfermedad, pasaron lentamente los siete días con sus siete noches y aun más lentamente las siete horas y como predijo el curandero, la séptima hora trajo a alguien a su puerta, esta sonó TOC, TOC, TOC: por instante el mundo pareció detenerse y de hecho quizá lo hiciese, pero pasado este momento la puerta se abrió y a través del umbral lo que parecía una simple anciana entró como impulsada por una fuerza invisible, era una vecina a la que todos tenían por bruja, hija y nieta de brujas, todos quedaron paralizados, en silencio la estancia fue enfriándose inexplicablemente, el frío y el silencio que no parecían propios de aquel julio especialmente caluroso se adueñaron de todos dejándolos paralizados, no sé si por el miedo, no sé si por el poder que la anciana ejercía sobre los presentes, sólo sé que únicamente el mayor de los hermanos de la joven, fue capaz de escapar a ese instante, de ese poder y se abalanzó sobre la anciana presionando fuertemente el dedo corazón de la anciana, hasta el punto que esta comenzó a gritar y a gritar, pasaron quizá no más de dos eternos minutos y la anciana se desplomó en el suelo como inerte, sin fuerzas más que para rumiar maldiciones fulminando a todos con su mirada, cuando el joven, por fin soltó a la bruja o quizá una simple anciana, esta se levantó y sin mediar palabra, salió por la puerta, la sala justo entonces como por arte de magia, pareció recuperar el calor propio de aquel caluroso verano y en ese preciso momento una tos seca rompió el silencio y todos volvieron hacia atrás, la joven enferma que había entrado en la sala, con paso cansino pero firme, se había levantado de la cama tras quince días de fiebre alta y delirios constantes.

Quizá nunca sepamos si su recuperación tuvo o no relación con lo que os he contado. 


Pero lo que todos sabemos es que las brujas no existen, así que esto no puede ser más que una simple cuento de abuelas o pura casualidad, en cualquier caso no os daré nombres de los protagonistas de esta historia porque todos eran vecinos de estas calles y alguno que aún sigue vivo, podría decir que esto como digo no es más que un cuento de viejas, aunque; si sois buenos, quizá otro año, otra noche, os cuente otra historia, otro cuento de brujas porque puede que no sea más que un cuento, una leyenda, por supuesto eso tendrá que ser al amor de la lumbre con la lluvia repicando en el tejado, y con las brujas volando sobre nuestras humeantes chimeneas, tal y como nos lo contaba cada otoño, cuando aparecía la luna llena a los niños de esa casa de ahí al lado mi abuela Rafa …

¡Ah! por cierto nunca olvidéis que las brujas no existen, son sólo producto de nuestra imaginación ¿o quizá si existan?
Bueno cada uno que piense lo que quiera…

Juanma.

Carina & Juan Manuel. El Arenal, 17 de agosto de 2016

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Un comentario el “Entre la noche y el día

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