Livia Drusila Claudia (58 a.C. * 29 d.C.)

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 La dinastía Julio-Claudia fue el primer linaje de augustos de la Historia de Roma y, si nos atenemos a la connotación latina de Imperator (mando militar supremo de las legiones), la primera estirpe de emperadores de la historia global. Por razones evidentes la dinastía Julio-Claudia es la más célebre de la época imperial: fue el tránsito de la República al Imperio, tuvo al mejor estadista y más duradero de los gobernantes, Octavio Augusto, 41 años en el trono; al buen militar y luego degenerado Tiberio; esta progenie también aportó al más crápula y depravado de los emperadores, Calígula; al estudioso, desdichado y hábil economista Claudio; para finalizar, con el excéntrico Nerón. Pero esta casta de soberanos no habría sido posible sin la vital contribución de dos mujeres: Atia Balba Cesonia, sobrina de Cayo Julio César, madre de Octavio y portadora de la gens Julia, y Livia Drusila: madre de Tiberio, esposa de Octavio y portadora de la gens Claudia.

Livia Drusila (actriz Alice Henley -serie Roma-)

Livia Drusila (actriz Alice Henley -serie Roma-)

Livia Drusila Claudia nació en Roma el 30 de Enero del año 58 antes de Cristo y murió, también en Roma, el 28 de Septiembre del año 29 después de Cristo, 87 años. Livia Drusila era la segunda hija (quizá por eso el diminutivo «Drusila») de Alfidia y de Livio Druso Claudiano, un aristócrata que fue Pretor en el 50 a.C., uno de los republicanos implicados en el complot del magnicidio de Julio César.

 En el 42 a.C., con 16 años, obligada por su padre, se casó con Tiberio Claudio, un pariente cercano 26 años mayor que ella; en Noviembre de ese mismo año, Drusila, tuvo su primer hijo: Tiberio Claudio Nerón, el futuro Emperador Tiberio.

 Desde el asesinato de Julio César en Marzo del 44 a.C., Roma había entrado en un conflicto armado por el poder, el Segundo Triunvirato. El padre de Drusila, Claudiano, se suicidó junto con Bruto y Longino tras la batalla de Filipos en Octubre del 42 a.C. Su marido, Tiberio Claudio Nerón, que también se había posicionado del lado de Marco Antonio y Lépido, continuó en liza contra Octavio hasta que éste fue ganando valía dentro de Italia; a primeros del 41 a.C. Drusila, su esposo y su hijo se exiliaron en Sicilia buscando la protección del republicano Sexto Pompeyo, hijo del legendario Pompeyo, pero esta isla fue ocupada por el triunviro Marco Emilio Lépido exigiendo a Sexto Pompeyo la rendición; desde allí emigraron a Grecia. A finales del año 40 a.C. los tres rivales (Octavio, Marco Antonio y Lépido) sellaron una tregua: La Paz de Brindisi, lo que supuso una amnistía para los desplazados; en el 39 a.C. Drusila, en avanzado estado de gestación de su segundo retoño, su marido y su primogénito Tiberio, regresaron a Roma.

 Los murmullos de la época decían que Octavio quedó embelesado de Drusila nada más verla, otras habladurías, en cambio, contaban que el joven Octaviano estuvo enamorado de ella desde la niñez; en lo que si están de acuerdo los cronistas es en que era la hembra más hermosa y distinguida de la corte. Octavio, que estaba casado en segundas nupcias con Escribonia, también embarazada de la que sería la única descendencia que tuvo Octavio Augusto, Julia la Mayor, exhortó a Tiberio para que disolviera el enlace con Livia. En la misma fecha, Octubre del 39 a.C., que Escribonia daba a luz a su hija Julia, Octavio se divorciaba de ésta y tres meses más tarde, 17 de Enero del 38 a.C., se casaba con Livia Drusila; Tiberio, que no había puesto ningún obstáculo a la separación con Livia, se la entregó a Octavio ejerciendo de padrino. Como es de suponer este enredo amoroso fue el murmullo de la corte y la comidilla de la plebe, pero, a excepción de Escribonia, todos salieron beneficiados: Augusto consiguió la mujer de sus sueños, Tiberio Claudio Nerón, que había sido rival de Octavio Augusto, adquirió posición sellando la paz entre «julios» y «claudios», y Livia Drusila que se mantuvo como Emperatriz, de una u otra forma, hasta el fin de sus días; la mujer más influyente del Alto Imperio.

 En el año 36 a.C. Marco Emilio Lépido fue apartado por Octavio del triunvirato quedando el Imperio en manos de Octavio y Marco Antonio: el duunvirato. La esposa de Marco Antonio, Octavia la Menor, hermana de Octavio, gozaba de ciertos privilegios y Livia no iba a ser menos: la sacrosantidad tribunicia, una especie de prerrogativa a la que sólo tenían acceso algunos magistrados, siempre varones, como era el caso de los Tribunos de la Plebe, individuos a los que cualquier acto de acoso o violencia era considerado un ataque al Estado y era penado con la muerte; pero no sólo tenían esta inmunidad, también podían gestionar su hacienda y su patrimonio sin ningún tipo de tutela, algo sorprendente en una sociedad en la que las decisiones eran exclusivas del Pater Familias.

Livia Drusila (Museo Vaticano)

Livia Drusila (Museo Vaticano)

 Durante cinco años Livia compartió el honor de ser la primera dama de Roma junto a su cuñada Octavia, aunque ésta había sido abandonada por Marco Antonio cuando éste cayó rendido en los brazos de Cleopatra; después de la derrota en la Batalla de Actium en el 31 a.C. y posterior suicidio de Marco Antonio, Octavia la Menor se apartó de la vida pública quedando Livia Drusila y Octavio Augusto como la pareja visible del Imperio. En el año 27 a.C. Octavio, que había finalizado el consulado, fue nombrado por el Senado Procónsul Vitalicio con los honoríficos títulos de Augusto e Imperator; con esta investidura el Senado Romano, después de dos triunviratos y dos guerras civiles, dio por finalizada la República (509 a.C. – 27 a.C.) dando origen al principado, Octavio César Augusto el primer Emperador y su esposa, Livia Drusila Augusta, la primera «Emperatriz».

 A pesar del escándalo que en su momento supuso el matrimonio, Livia Drusila fue presentada ante el pueblo como el ideal de la mujer romana en contraposición a gran parte de la decayente Corte y sobre todo de la promiscua y libertina Cleopatra VII, en la maquinaria política del nuevo sistema liberal implantado por Augusto la presencia de una mujer leal era imprescindible. Livia Drusila se había convertido en el símbolo de la República, la matrona arquetipo: bella, prudente y humilde, aborrecía el lujo y la ostentación, vestía con sencillez prescindiendo de joyas y alhajas, incluso se tejía su propia ropa, organizaba eventos en beneficio de las mujeres más desfavorecidas, aunque es probable que algo de esto formara parte de la propaganda imperial, de todas formas, los aristócratas la envidiaban y el pueblo la adoraba. Pero Livia también era una mujer ambiciosa, estuvo siempre presente en los asuntos de Estado, de hecho, fue la principal consejera y confidente del Emperador Octavio Augusto; si en materia militar y administrativa Octavio ha pasado a la Historia como el más grande de los emperadores de Roma ha sido gracias, en gran parte, al asesoramiento y la complicidad de su esposa Livia Drusila Augusta.

 La pareja Livia & Octavio, salvo un aborto no deseado, no tuvo descendencia. Octavio había adoptado a los dos hijos de Livia, Tiberio y Druso, pero en su cabeza estaba proponer al Senado un heredero del gens Julia, un sucesor de su linaje, todo lo contrario que Livia que maniobró lo inconfesable para que el siguiente príncipe fuera de su sangre. El primer elegido por Augusto para la sucesión fue Marcelo, un sobrino-yerno hijo de su hermana Octavia casado con su hija Julia; Marcelo murió envenenado con apenas veinte años y según el historiador Dion Casio detrás de la intoxicación puede que estuviera Livia Drusila; las siguientes opciones del Emperador fueron sus nietos, los vástagos de su hija Julia la Mayor y su amigo el General Vipsiano Agripa; los dos primeros, Cayo César Vipsiano y Lucio Julio César, murieron en combate con 17 y 20 años respectivamente, el tercero, Agripa Póstumo, que estaba desterrado junto a su madre Julia después de ser acusada de adulterio, murió asesinado el año 14, poco después del fallecimiento de Augusto, por orden de Tiberio y la posible connivencia de su madre Livia Drusila. Las alternativas para el legado imperial por parte de Octavio ya sólo se ceñían a sus hijastros, los retoños de Livia Drusila, Tiberio y Druso; el preferido de Octavio era Druso, hombre de gran prestigio militar, extrovertido y muy apreciado por el pueblo, pero el propuesto por el Senado con la tenacidad de Livia fue el primogénito Tiberio.

 Tras la muerte de Octavio Augusto (19 de Agosto de 14 d.C.), Livia Drusila, que había heredado un tercio del patrimonio de su marido Octavio, empezó a ejercer de «reina madre» con el nombre de Julia Augusta; en un principio existió buena concordancia entre madre e hijo, hasta que las continuas intromisiones en la vida privada del Emperador dieron al traste con esta armonía. Livia, por motivos político-sucesorios, obligó a Tiberio a repudiar a Vipsiana Agripina, joven esposa a la que adoraba, para que contrajera nupcias con Julia la Mayor, viuda de Marcelo y de Agripa; este hecho fue algo que Tiberio nunca perdonó a su madre. Los eruditos Dion Casio y Cornelio Tácito argumentan que el aislamiento de Tiberio en la Isla de Capri fue para evitar las impertinencias de su madre.

 Livia Drusila Augusta pasó de ser la mujer más venerada de Roma en tiempos de Octavio, a ser una persona reprobada en época de Tiberio; la viudedad y el entrometimiento la habían hecho una mujer soberbia ansiosa de poder. En el año 29, después de una larga enfermedad, Livia fallecía en Roma y su hijo, el Emperador Tiberio, ni tan siquiera acudió a los funerales, incluso, prohibió al Senado los honores previstos para una augusta. Hubo que esperar al año 42 cuando su nieto el Emperador Claudio la otorgó todos los honores y la deificó, Divina Augusta; fue la primera mujer divinizada de la Historia de Roma.

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©TruttaFario______El Arenal, XI – VI – MMXV
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http://editorialcirculorojo.com/cronologia-del-imperio-emperadores/

7 comentarios el “Livia Drusila Claudia (58 a.C. * 29 d.C.)

  1. MAYTE dice:

    A veces me imagino en la piel de estas mujeres..qué vidas tan difíciles! Creo que esta mujer tenía fuerza e inteligencia! !

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  2. Interesante post. Realmente, Livia Drusilla tuvo una influencia importante sobre su marido y los destinos del imperio. Se trata de un personaje injustamente maltratado por la pluma de Robert Graves i la serie inspirada en él, pero reivindicado por historiadores actuales como Adrian Goldsworthy.

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